Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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De cara a un fútbol desquiciado

Roberto Andrés Depietri, a los 50 años, suele ofrecer miradas profundas sobre los males que aquejan a una actividad tan sensible para él y para muchísimos argentinos. El fútbol.

Pero esta vez, el otrora talentoso volante de Olimpo, Gimnasia LP y Toluca de México, donde se lo aprecia y respeta como alguien que supera largamente la media intelectual del ambiente, traza un análisis descarnado. Sin medias tintas.

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“Al futbol entré a los 14 años, y ahora tengo 50. Jugué, entrené, comenté, escribí, representé, dirigí, comprobé y me acobardé justo en el club de mi adolescencia y juventud”, sostiene, en referencia a Olimpo.

Depietri resalta la existencia de mucha gente que ama a sus clubes y colabora activamente con su tiempo, su ciencia, su dinero, sus medios y se compromete a aunar esfuerzos por el bien de dichas instituciones.

Pero en contrapartida, dice, están quienes sólo piensan en servirse de los clubes más que en servir al crecimiento de éstos.

Es allí donde ve inadmisible que el Estado subsidie a estos personajes, “que actúan sin rendirle cuentas a nadie, ni siquiera a algún organismo de control”.

“Hoy vemos a dirigentes que gritan que están endeudados, como si los hubiesen obligado a ello. Reclaman que el Estado todopoderoso los saque nuevamente de los problemas que ellos mismos se encargaron de renovar. Total, mientras el subsidio se siga incrementando, ellos seguirán endeudándose”, manifiesta.

Y sintetiza a modo de telegramas: “Una AFA fundida”. “Clubes endeudados”. “Dirigentes y exdirigentes millonarios”. “Ninguno condenado”. “Barrabravas ricos y hasta dueños de porcentajes de jugadores”. “Fútbol desquiciado”.

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Por todo ello, que al exjugador ni le hablen de la famosa Superliga. “No existe”, dice.

“Existen los mismos vivos reciclando el negocio”, asegura.

Resulta claro, entonces, entender por qué Depietri prefiere el ostracismo antes de insertarse de lleno, y de nuevo, en este fútbol que supimos concebir.