Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Padres tóxicos en nuestras canchas

Domingo inmaculado. La tribuna, el mate, el verde césped, los pibes dando todo por sus equipos.

Un escenario casi ideal, aunque hecho trizas por algunos padres que confunden lo esencial. Su verdadero papel. El de acompañar a sus hijos, disfrutar con ellos esta etapa formativa, de maduración y crecimiento. Y también, claro, de sinsabores y frustraciones. Porque el deporte, como la vida misma, también entrega eso. Infortunios. Que seguro servirán para moldear el espíritu, el temperamento, el carácter del chico. Y quizás hasta la autoestima de sentirse, alguna vez, autosuficiente.

Pero no.

A las exigencias propias de la competencia, que a partir de los 12 años empieza a incrementarse inexorablemente, surge esta mochila insoportable de la que muchos adultos deberían hacerse cargo. Y si no son capaces de asumir esa realidad, directamente apartarse de nuestras canchas. Por y para la salud del fútbol menor e infantil.

Los gritos desaforados, el insulto que agravia y humilla. Al árbitro, a un juez de línea, al técnico rival. A cualquiera. "boliviano borracho", "negro de mierda", "hijo de remil...".

O esos dirigidos a pibes, de sólo 14 años: "pendejo, porque no te dedicas a otra cosa", "horrible, sos horrible", "¿qué mirás, guachito, qué mirás?".

No se salvan ni los que visten, supuestamente, la camiseta propia. "¿Qué haces, nene?, ¡pasaaala!", "poné pata, viejo, no tenés sangre para nada".

¿Qué sentido encuentran estos energúmenos para que aflore tanta incontinencia y exabrupto verbal, semejante falta de respeto hacia el otro? Y lo que es peor, a sus propios hijos, quienes avergonzados deben agachar la cabeza ante hechos que involucran nada menos que a sus progenitores.

Quizás llegó la hora de que la Liga del Sur, los clubes y los árbitros decidan, de una buena vez, adoptar medidas ejemplificadoras con tantos inadaptados que trastocan la esencia del fútbol formativo.

Primero un apercibimiento, luego una "invitación" a que se retiren de la cancha. Y si no, que se apele a una sanción para la entidad que los "cobija".

Para que nadie se arrogue el derecho de condicionar un escenario armado, fundamentalmente, para los chicos. Al cabo, los verdaderos y "únicos" protagonistas de esta historia.