Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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Más cuentas pendientes que logros

Mauricio Macri se puso un 8 a su propia gestión y otros funcionarios lo siguieron, como el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Y tuvo que aparecer Alfonso Prat-Gay explicando que “nos faltan dos puntos para el 10”. Y si bien no existe un boletín de calificaciones para un gobierno, la sensación bastante generalizada es que el Presidente no fue precisamente severo a la hora de ponerse la nota. Puede discutirse si el primer año fue realmente un aplazo, pero difícilmente se lo pueda calificar con un “muy bueno”.

El desempeño económico estuvo por debajo de lo que había prometido el gobierno y en casi todos los parámetros resultó negativo. La mayoría de los indicadores terminaron peor de lo que habían pronosticado la mayoría de las consultoras privadas y ni hablar en relación a la expectativa de los inversores. La inflación terminará al borde del 40%, la caída de la actividad terminaría cerca del 2,5% y el déficit fiscal -aún contando el ingreso excepción del blanqueo- cerrará peligrosamente en alrededor de 5% del PBI, sin contar los intereses de la deuda y el rojo de las provincias.

Pero no todas fueron pálidas. El gobierno también se anotó algunos logros aún cuando estos no siempre terminen ponderándose. La eliminación del cepo y la unificación cambiaria evitando el caos estuvieron entre las medidas más relevantes. También el arreglo con los holdouts que permitió sacar a la Argentina del default y el regreso de la transparencia en las estadísticas públicas fueron aspectos destacados. El blanqueo en marcha le dará oxígeno a la administración y puede representar un “trampolín” interesante hacia la reactivación. La confianza que puedan demostrar los propios argentinos en el proceso que se está viviendo puede ser importante para contagiar a los extranjeros.

El gobierno se había jugado mucho a la reactivación del segundo semestre que nunca llegó y ahora la expectativa es que las fiestas de fin de año salven el 2016, pero difícilmente ello suceda.

Ahora la esperanza es que el crecimiento llegue el año que viene y aún con todos los problemas acumulados es probable que ello suceda. Ya se sabe que la cosecha será mucho mejor que la de este año y eso no sólo generará ingreso de divisas sino también más movimiento que derramará en viajes de camiones, más despacho de gas oil, ventas de cosechadoras y, tal como se observó en este año, mayor demanda de pick-ups.

La obra pública es otro de los ejes a los que apuesta el gobierno para la recuperación. Se trata de la vieja fórmula de volcar recursos para distintas obras de infraestructura que no sólo mejoren la productividad, sino que además permita aumentar la mano de obra. La diferencia con el kirchnerismo, explican, es que en este caso los recursos sí tendrán un destino lógico y visible. Sin embargo, desde la Cámara Argentina de la Construcción no festejan de antemano: “Si no alcanza el dinero por el déficit fiscal, lo primero que se va a ajustar es la obra pública. Pasó históricamente y podría volver a suceder esta vez”, indican.

La media sanción de los cambios al impuesto a las Ganancias de la semana pasada plantea serios interrogantes para los meses que vendrán. Por un lado, porque mostró a la oposición unida y dispuesta a poner “palos en la rueda”. El aumento del déficit ya de por sí elevado representa un fuerte desafío para la gobernabilidad y, por otra parte, es una señal complicada para el mundo inversor que se había ilusionado con los cambios políticos que atravesó el país en el último año.

Será clave la forma en que se termine negociando el proyecto en el Senado. Hasta qué punto los gobernadores se hacen eco de la preocupación del gobierno ante la pérdida de recaudación que también sufrirán las provincias. El impuesto a la renta financiera también representa un mensaje confuso en medio del blanqueo. Mucho más cuando se plantea que un plazo fijo es “especulación”. ¿Significa que los ahorristas deben sacar su dinero de los bancos, generando una corrida?

Si bien el “escenario base” sigue siendo la recuperación de la economía en 2017, todo luce un poco más endeble. La victoria de Donald Trump sumó incertidumbre por el deterioro de las condiciones de financiamiento que tendrá la Argentina a lo largo del año. Y en el frente interno está claro que los aliados que apoyaron algunas medidas claves a lo largo del año ya no lo son tanto.

El deterioro fiscal también apareció hace un par de meses en el tablero de los grandes fondos de inversión internacionales. En un principio hubo comprensión por las emisiones de bonos que efectuó la Argentina, ante los bajos niveles de endeudamiento que tiene el país, pero la falta de resultados fiscales concretos generó más signos de preocupación.

Macri termina el primer año habiendo atacando algunos de los problemas más serios que había heredado. Pero con eso no alcanzó para recuperar la economía. Tampoco con la expectativa que genera un nuevo gobierno.

Ahora las urgencias son mayores. La recuperación del consumo y la mejora de la actividad aparecen como cuestiones claves. Será lo que defina si Macri está realmente para el 8 o termina quedando más cerca del aplazo.