Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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El gabinete sale de gira por el mundo

   Se viene una semana movida para los funcionarios que integran al menos una parte del gabinete económico. Mientras que el ministro de Finanzas, Nicolás Caputo arranca el lunes en Londres y ya el martes estará en los Estados Unidos, el titular de Hacienda, Nicolás Dujovne viajará con el ministro de Producción, Francisco Cabrera al Foro Económico Mundial de Davos, sumándose también la canciller, Susana Malcorra. Esta vez ya no irá el presidente, Mauricio Macri, luego de haber viajado a Suiza el año pasado para participar de este foro que agrupa a inversores de todo el mundo.

   El objetivo de todos estos funcionarios es distinto aunque algunos están más urgidos que otros. La parte más difícil es para Caputo, que debe salir a conseguir financiamiento para hacer frente al agujero fiscal de este año. Se supone, sin embargo, que la demanda por bonos argentinos superará ampliamente lo que el Gobierno saldrá a ofrecer. Esto permitirá dos objetivos secundarios: dejar demanda excedente por papeles argentino y al mismo tiempo abaratarle a las empresas el camino para salir a financiarse con tasas menores.

   El crédito de U$S 6.000 millones asegurado por una docena de bancos reduce la dependencia de financiamiento en los mercados. Esto es una buena noticia ya que no requerirá de que se “inunde” al mercado de papeles argentinos, lo que podría ser contraproducente para su cotización.

   Caputo entiende que es el momento justo para ir a buscar el fondeo. Los inversores están más receptivos en general a emergentes y en particular a los cambios que está realizando la Argentina. Y la próxima asunción de Donald Trump como presidente de Estados Unidos también podría generar más volatilidad en los próximos meses, afectando a los activos que se perciben con mayor riesgo. En ese contexto, a la Argentina se le podría complicar en su búsqueda de fondeo en el exterior.

   La participación en Davos apunta, en realidad, a un posicionamiento más estratégico. La intención es asistir a reuniones con CEOs y funcionarios de distintos países relevantes para el país y de organismos multilaterales, como así también los administradores de grandes fondos de inversión. Estos buscan papeles argentinos para mejorar al menos marginalmente la rentabilidad de sus portafolios.

   La expectativa en relación al cambio político que se produjo en el país sigue intacta. Pero luego del “trabajo sucio”, como la eliminación del cepo, el arreglo con holdouts y el primer tramo de ajuste tarifario, que se llevó adelante el primer año, ahora llegó el momento en el cual los inversores quieren empezar a ver resultados concretos.

   Hay un par de cuestiones especialmente relevantes: la reactivación de la economía, pero al mismo tiempo acompañada por una baja de la inflación. Y ambos aspectos están cerca de cumplirse. El déficit fiscal es otro de los temas sensibles, pero no pueden esperarse milagros: en un año electoral la posibilidad de comprometer un achicamiento mayor luce por lo menos compleja. Dujovne lo pudo comprobar en carne propia ni bien asumió, cuando anunció que no se devolvería más el 4,13% de IVA por las compras con tarjeta de débito (un ahorro de 7.000 millones de pesos anuales) y al día siguiente tuvo que girar 25.000 millones a la provincia de Buenos Aires por afuera del Presupuesto.

   La caída del 2,5% del PBI en 2016 quedaría revertida este año y así se volvería al punto de partida que dejó el kirchnerismo. Para algunos puede resultar demasiado pobre luego de dos años de gestión macrista. Otros creen que la Argentina “la sacó barata” teniendo en cuenta los tremendos desajustes que había dejado el gobierno de Cristina.

   Por eso, el gobernó evalúa cuáles son los caminos para volver a la senda de un crecimiento que se sostenga en el tiempo. Ya no son posibles los grandes rebotes del pasado, cuando después de una recesión la economía rebotaba entre 8 y 10%, pero luego perdía impulso o rápidamente había un recalentamiento expresado en mayor inflación.

   Ahora el planteo es retomar ese crecimiento pero con mayor equilibrio, es decir con generación genuina de puestos de trabajo y sobre todo con precios en descenso.

   Mientras tanto, el mercado se mueve con viejos reflejos. La compra de dólares se mantiene muy sostenida y en diciembre alcanzó un récord de casi U$S 3.500 millones en el sistema bancario.

   La semana que se avecina, finalmente, será crucial para consolidar a la Argentina en el lugar que recuperó el año pasado entre mercados emergentes. Un aumento de la inversión extranjera directa sería la mejor señal sobre el nuevo flujo de inversiones que llega al país, pero imposible que se consiga de un día para el otro. Un estudio del FMI advierte que en países donde se produjo un shock inversor por las reformas implementadas, la inversión en relación al PBI crece a un ritmo promedio que no excede un punto por año. En el caso de la Argentina, eso sería equivalente a unos 5.000 millones que se adicionan a las cifras que anualmente ya se venían invirtiendo. Una cifra demasiado austera para depender de esa variable para crecer en los próximos años.