Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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La hora del populismo tarifario

La hora del populismo tarifario. Análisis económico La Nueva. Bahía Blanca

Nicolás Dujovne tendrá que empezar a introducirle cambios a su discurso. Hasta ahora, el ministro de Hacienda sostenía que el gobierno no miraba las elecciones para diseñar su política económica.

“La mejor prueba de esto es que aumentan las tarifas para bajar los subsidios, porque pensamos a largo plazo”, expresó en sus últimas apariciones públicas. Pero no más. Ahora sí el calendario electoral se acerca y la necesidad de conseguir buenos resultados en octubre obliga a replantear algunas estrategias.

La caída de la imagen del presidente Mauricio Macri en febrero arrastró también –aunque en menor medida- a la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal. Y va en paralelo con el derrumbe del índice de confianza del consumidor que revela mensualmente la Universidad Di Tella.

Por lo tanto, razonan en las altas esferas del poder, para levantar la percepción que tiene la gente del gobierno hay que empezar a mostrar en forma más contundente que la economía comenzó su reactivación.

Claro que conseguirlo en medio de una caída del salario real es muy difícil. El pico de 2,5% de inflación en febrero más los aumentos de marzo y abril representa otro golpe para los salarios, con lo que habrá una nueva caída del poder adquisitivo.

Es cierto que será temporal hasta que se cierren las paritarias, pero será duro atravesar los próximos meses hasta que se definan la mayoría de los aumentos. Por eso, resultaba imprescindible para el gobierno morigerar los aumentos. Y con ese objetivo en la mira postergar la suba del transporte es clave, ya que afecta esencialmente a los bonaerenses que se trasladan diariamente a la ciudad de Buenos Aires, a veces con dos o tres combinaciones de tren, colectivo y subte.

Por supuesto que moderar el impacto sobre el bolsillo vía tarifas no es algo novedoso. En realidad es el kirchnerismo quien durante más de una década desarrolló hasta el extremo el “populismo tarifario”, como lo definió esta semana el economista jefe de FIEL, Fernando Navajas.

Dejar congeladas las tarifas fue una manera de ponerle plata en el bolsillo a la gente para generarle mayor capacidad de consumo. Si no aumentan la luz o el gas, entonces queda más dinero para consumir otro bienes o servicios. Todo fue a costa de aumentar el déficit fiscal y hacerle pagar a todo el país la diferencia entre el costo real del servicio y el precio que paga el público.

Todavía es demasiado prematuro saber hasta dónde puede ir esta política de postergar aumentos tarifarios, pero se estima que no demasiado lejos. Por lo pronto ya se estiró el cronograma de ajustes en el gas y se suspendió sin fecha el aumento del agua y del transporte.

Una vez más, todo deberá esperar hasta “después de las elecciones”. El problema es que luego no quedará otra que volver a encarar los ajustes, como también el dilema de un dólar cada vez más atrasado. ¿Habrá margen en ese momento para hacerlo?

Es indudable que todo dependerá del resultado electoral. Una elección adversa para Cambiemos lo haría más difícil. Y si queda un panorama peleado, sin ganadores contundentes, todavía más.

Llegar con una economía más reanimada resulta fundamental para mejorar las chances electorales. Y desde ese punto de vista puede justificarse el freno a las tarifas.

Sobre todo pensando en que una victoria electoral resulta clave para continuar con la actual política económica. Sin embargo, también aparecen dudas que pueden complicar el panorama justamente por esta decisión del gobierno de suavizar la recomposición de los precios de los servicios públicos.

En primer lugar, crecerán las dudas respecto a la voluntad o más bien a la posibilidad de llevar adelante la reducción del déficit de un punto por año que anunció Dujovne.

El gobierno aclaró que piensa bajar un punto por año el rojo fiscal, a partir de la mayor recaudación derivada del crecimiento económico, pero también de la disminución de subsidios.

Al mismo tiempo también se transmite una señal confusa para las empresas que tenían planes de inversión en el sector de servicios públicos, incluso energías alternativas. Si ya no es tan claro cuál será el recorrido del precio de lo que se vende resulta muy difícil planificar a mediano plazo. Y por lo tanto esos planes podrían demorarse todavía más.

Desde el gobierno piden un poco más de paciencia para que se empiecen a ver los resultados de las políticas implementadas, desde la salida del cepo y los ajustes tarifarios hasta el arreglo con los holdouts.

Sin embargo se vuelve más difícil que la gente mantenga esa cuota de optimismo que tuvo al inicio del gobierno de Cambiemos, pero que ahora lentamente se va apagando.

Esta semana, además del sindicalismo, también desde la Unión Industrial se oyeron reclamos contra las medidas del gobierno, después de un año marcado por la fuerte recesión. La reunión de los 24 miembros convalidó: “A nosotros la reactivación de la que habla el gobierno no nos llegó”.