Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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La política monetaria viene floja

E l nuevo pico de inflación de abril preocupó por dos razones. La primera es que el incremento resultó más alto que el esperado por el mercado y por el propio Gobierno. Pero el otro motivo es que el 2,6% del índice general fue acompañado por una suba de 2,3% de la inflación “núcleo”. Esto reflejó que los aumentos de precios no estuvieron sólo marcados por la suba de tarifas (como el gas), sino que además la economía vive un proceso indexatorio que resulta difícil de domar.

El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, salió en defensa del titular del Central, Federico Sturzenegger. “Para fin de año la inflación estará por debajo del 1%”, aseguró.

Los funcionarios ya tienen claro que será imposible cumplir con la meta del 17% que estipuló el BCRA para la inflación de este año. Pero tampoco les quita el sueño. “A los inversores les interesa la tendencia bajista de la inflación, no si se cumple estrictamente con la meta”, explicó el ministro de Finanzas, Luis “Toto” Caputo.

Existen dos doctrinas bien diferenciadas en el gobierno. Por un lado, aquellos que dicen que hay que ser más cauto con la baja de la inflación, ya que un descenso más abrupto podría tener consecuencias negativas sobre la actividad económica. Pero el titular del BCRA sostiene exactamente lo contrario: “La gran mayoría de los países que fueron exitosos bajando la inflación lograron crecer más en los años subsiguientes. Nosotros no seríamos la excepción”, señaló.

El “manual” que venía siguiendo el Central aconsejaría volver a subir las tasas para contener el rebrote inflacionario. Pero no lo hará, ante la presión del resto del gabinete para que no se marchiten los “brotes verdes” que surgen en la economía.

Incluso el ministerio de Hacienda repartió un listado con los distintos sectores de la actividad en el que la mayoría ya presenta signos positivos. Está tardando un poco más en reaccionar el consumo, pero se supone que la mejora salarial ayudará para que la recuperación se sienta también en los bolsillos y no sólo en los grandes indicadores macro.

En la jefatura de Gabinete tienen miedo que suceda lo mismo que en febrero con Precios Transparentes, cuando el cambio de mecanismo de pago en cuotas con tarjeta terminó derrumbando el consumo en el arranque del año.

Además de no subir la tasa, la decisión del Central de aflojar la política monetaria está dada por el crecimiento de los agregados. El nivel de dinero que circula en poder del público sigue creciendo a niveles del 30% anual. “Este nivel es incompatible con la búsqueda de una baja consistente de la inflación”, advierte el director de Economía y Regiones, Diego Giacomini.

Para los próximos meses, el Gobierno contará con dos aliados para que la inflación empiece a ceder, ya conocidos: la estabilidad del tipo de cambio que funciona como un ancla para los precios y la decisión de postergar la mayoría de los aumentos tarifarios para el año próximo. Este útimo factor restaría casi un punto a la inflación del año, sin contar el efecto “cascada” que se produce cada vez que se tocan las tarifas. En otras palabras, los aumentos de costos que sufren los comercios no son absorbidos sino que rápidamente se trasladan al consumidor. “En Estados Unidos cuando sube la nafta no pasa nada con los restantes precios. Acá es al revés”, explica el economista Marcos Buscaglia.

Hace tiempo que estaba claro que el Central debía hacer malabarismos, lidiando con demasiadas variables al mismo tiempo: el control de la inflación, evitar que el dólar no se atrase demasiado y ahora el compromiso de salir a acumular reservas. El gran enemigo para su política es el abultado déficit fiscal, que genera todo tipo de distorsiones. La necesidad de financiamiento externo genera un fuerte ingreso de dólares por la emisión de bonos y luego el propio BCRA tiene que salir a comprar dólares inyectando pesos.

Por eso, la presión de los inversores no pasa tanto por la inflación sino por evitar que empiece a controlarse el fuerte desfasaje de las cuentas públicas. El propio Macri advirtió que los actuales niveles de rojo fiscal no son sostenibles. El problema es que nadie tiene muy claro cómo harán para achicarlo. “Todos los empresarios reclaman que baje el déficit, pero lo primero que hacen es pedir que le reduzcan impuestos. Y lo peor es que tienen razón”, razonaba un banquero nacional, preocupado por el panorama de las cuentas.

La reforma impositiva comenzó a analizarse tímidamente en una Comisión Bicameral del Congreso, al tiempo que en Hacienda empiezan a elaborar el proyecto de Presupuesto 2018. Allí estará la realidad de lo que se pretende hacer con el gasto y cuál es el mecanismo para llegar al 3,2% de déficit del año que viene. Está claro que con el crecimiento solo, como había vaticinado Dujovne, no alcanza.

Mientras hacia fines del año pasado se estimaba el 3,5% de aumento del PBI que figura en el Presupuesto 2017, con el paso de los meses todo se fue moderando. La pregunta que se hacen los empresarios es qué impacto tendrán estos desequilibrios . La expectativa es que la recuperación esté más cerca del 2,5% que de aquel 3,5% original.