Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Las razones de Macri para ser optimista

En medio del paso por la Asamblea General de las Naciones Unidas que en el gobierno califican sin eufemismos de "rutilante", Mauricio Macri sorprendió con una afirmación a la distancia. Dijo estar "absolutamente convencido" de que el oficialismo ganará las elecciones legislativas del año que viene.

Se sabe: en el gobierno, un concepto en el que coinciden la mayoría de los analistas -no importa dónde estén parados- sostienen que esa victoria en las urnas de movida le habilita a Cambiemos un tránsito ordenado hasta 2019, y la certeza de que en ese caso habrá otros cuatro años del líder de Pro en la Casa Rosada. Por el contrario, esos analistas advierten que una derrota en esa contienda abortaría cualquier intento continuista de la administración, y hasta comprometería seriamente la gobernabilidad en los dos últimos años de gestión. Un pronóstico agorero que obviamente no es compartido por los entusiastas funcionarios.

Esos voceros gubernamentales no escatiman optimismo y a la vez entregan las cuatro o cinco líneas directrices que, dicen, permiten sostener como algo más que un exultante estado de ánimo aquella afirmación presidencial en Nueva York. Palabras del presidente que sonaron si se quiere desafiantes en medio de algunas noticias de aquí y ahora sobre la marcha de la economía que siguen siendo malas, aunque se advierten indicios de una leve mejoría hacia el último trimestre.

En verdad enumeran en el gobierno una sucesión de datos a futuro que son valores que hoy buena parte de la oposición, salvo el cristinismo recalcitrante que quiere que todo salga mal y que Macri se desbarranque antes de llegar, no discute. El gobierno pronostica que la inflación en 2017 se va ubicar en torno al 17 %, contra el poco más del 35 % que arrojará la medición para todo 2016. Y que si se mide agosto contra el mismo mes de 2015 está por encima del 43 %.

Por el contrario, o como consecuencia de esa caída de los precios, informes oficiales sostienen que el poder adquisitivo se va a recuperar entre tres y cuatro puntos. Según Jorge Triaca, eso determinaría que el año que viene por primera vez desde la devaluación de 2014, el crecimiento de los sueldos sea superior al de la inflación. El crecimiento de la economía se ubicaría en alrededor del 3,5 %. Y datos que maneja el Ministerio de Trabajo sostienen que a finales del año que viene se habrá por lo menos recuperado el empleo que se perdió en estos primeros nueve meses. En los papeles se ve bien, habrá que corroborarlo en los hechos.

En general, habrá que concederles, son datos duros que pronostican las consultoras, y que avalan economistas que por ahí no comulgan del todo con el gobierno como Mario Blejer, economista de cabecera de Daniel Scioli, o Daniel Artana. Enarbolan otro dato, que es la percepción de un "cambio cultural" que se está produciendo en la sociedad, que no quiere volver al pasado y que si bien ahora reconoce que ahora la pasa mal, a la vez confía en que el año que viene estará mejor.

Desde el costado político se advierte que los gobernadores e intendentes peronistas hacen su juego porque ya todo el mundo está en campaña, pero a la vez muestran que siguen apegados a la gobernabilidad y mal que les pese dependen del dueño de la caja para mantener el equilibrio en sus provincias o municipios. Nada que no haya pasado antes. Un dato para rescatar ahora mismo es la actitud de la CGT, que se veía venir. No hay ni de lejos una decisión de romper lanzas, y en todo caso el lanzamiento de un paro nacional pero sin fecha, como ocurrió esta semana, es un clásico de todos los gremialismos para poder sentarse a negociar con el gobierno. Ganancias, Ley de ART y eventualmente un bono de fin de año figuran en las carpetas.

La misma mirada para la reunión en el CFI de todos los sectores del peronismo, salvo el massismo, para reclamar cinco o seis puntos de cambios en el Presupuesto 2017 a cambio de darle apoyo parlamentario. Es un desafío que no espanta ni es nuevo. Ya le pasó al macrismo con otras leyes y por el contrario, si algo quedó en la escena es la imagen de un gobierno que es capaz de corregir; que abandonó la idea de que el Congreso era una escribanía que tenía prohibido tocarle una coma a los proyectos que mandaba Cristina.

Suma para aquel pronóstico el paso de Macri por Naciones Unidas y antes en el Foro de Inversiones en el CCK. Proyectaría un cambio de imagen del país ante gobernantes y futuros inversores. Con abstracción de la innecesaria patinada por el tema Malvinas que le trajo más costos que beneficios, y que podría poner entre signos de interrogación la carta de intención firmada por los vicecancilleres.

En la visión del gobierno, la mezcla de la probable "nueva Argentina" que se pregona; de aquellas proyecciones en materia económica; el escenario político (que incluye la buena noticia para Macri de la permanencia de Cristina en la escena) y las dificultades que encuentra el peronismo para rearmarse detrás de un líder, alcanzarían para sostener aquella certeza presidencial. Todo, claro, está por verse.