Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Las paradojas de Macri

Las paradojas de Macri. Crónicas de la república La Nueva. Bahía Blanca

La escena se conjuga casi a la perfección con un concepto extendido dentro y fuera del gobierno. A punto de cumplirse el primer año de gestión, se reconoce con datos a la mano que Mauricio Macri hizo bien lo que se barruntaba que iba a hacer mal, que es el ejercicio de la política en el sentido más puro, lo que supone también el manejo de algunas trapisondas o volteretas propias de la profesión. Y que, en cambio, falló hasta ahora allí donde se suponía que podía tener éxito, que es la marcha de la economía. "Bien en política, mal en economía", lo redondea un consultor.

Por aquellas paradojas de la política, Macri aprobó con comodidad la materia en la que pocos, acaso si su grupo más íntimo que lo acompañó durante su exitosa gestión de ocho años en Capital, apostaban. No hay que negarle al presidente el punteo de algunos hitos exitosos. Para empezar la sanción de casi 90 leyes con un Congreso en minoría en ambas cámaras y un sector como el kirchnerismo duro dispuesto sin disimulos desde el vamos a petardearlo todo el tiempo con la aspiración fogoneada por la viuda de El Calafate de que se vaya antes.

Consiguió, además, afianzar ese bien tan preciado para un presidente no peronista -que además arrastra el estigma de ser el quinto mandatario que no es de esa filiación de una serie en la que los cuatro anteriores no lograron terminar su mandato-: el ejercicio de la gobernabilidad, que era el faltante que muchos le presagiaban, de buenas o malas intenciones.

Abrochó una muy buena relación con los gobernadores, es cierto que de la mano de un inesperado gurú en la materia como se demostró que es Rogelio Frigerio, paradojalmente un dirigente que provenía con otros antecedentes: sabía más de economía que de política. También lo es que el ministro del Interior, aunque con buenos modales y sin el látigo en la mano, los fue llevando a golpe de billetera, que es la terapia que los siempre famélicos mandatarios del interior menos resisten y mejor asimilan.

Y si bien el tropiezo de la reforma electoral le duele como muy pocas batallas perdidas a Macri porque había hecho de esa iniciativa su obsesión, como dice el mismo Frigerio no sólo van a insistir para que en algún momento salga la reforma sino que el gobierno hasta podría exhibir algún éxito adicional en las encuestas. Primeros sondeos ratifican esa mirada ciudadana según la cual el peronismo que se opone quedará expuesto porque se niega a dejar atrás un modelo clientelar y fraudulento que le permitió en muchos casos perpetuarse en el poder no siempre con la debida transparencia.

Como dato añadido del "Macri político" podría anotarse el veto a la Ley Antidespidos en junio pasado, que presagiaba un terremoto sindical y social y que finalmente la sociedad pareció acompañar porque habrá entendido que era peor el remedio que la enfermedad

El problema, como descubrió para su bien Bill Clinton, mientras aquí se sigue sin dar pie con bola, es la economía, que después de casi 12 meses sigue sin encontrar la salida. En el oficialismo cundió la perplejidad luego de conocerse los datos de la caída de los indicadores de la actividad y en la industria, luego del alivio que había significado el leve repunte de agosto. A esos indicadores a la baja se suman las proyecciones de analistas y observadores que hablan ahora de una recuperación en el segundo trimestre de 2017. Demasiado cerca, si acaso efectivamente se concretarse, de la fecha de las primarias de agosto, donde el macrismo va a necesitar sí o sí que la mejora en el bolsillo de los ciudadanos, en especial de los de la clase media que ha empezado a ponerle límites a su paciencia, se empiece a notar.

Para peor, la escena se desenvuelve con un gabinete que ahora todos califican de elefantiásico por la gran cantidad de ministros que, no pocas veces, se chocan por los pasillos. Y una conducción económica compleja y problemática, donde no han faltado las internas entre los modelos que impulsan los propios responsables como el caso de Prat-Gay y Sturzenegger sobre si se sale con más o menos endeudamiento. La inflación, si bien se ha amesetado, sería un logro que no alcanza a tapar los problemas de la producción y las prevenciones de los inversores que, se prometió, vendrían en cascada, pero que hasta ahora brillan por su ausencia.

Hay un agregado que tal vez sea no deseado por el presidente. Con las últimas medidas, como el bono de fin de año, el arreglo con la CGT por las obras sociales a cambio de paz en diciembre y de evitar el paro, o la Emergencia Social que finalmente Carolina Stanley acordó con los movimientos sociales enviar al Congreso, hay empresarios que dicen que Macri se entregó a una salida populista. Y eso es lo que retraería todavía más las inversiones. En un escenario donde las cámaras empresarias estarían abonando la estrategia de espera a ver si Macri gana las elecciones 2017, para apostar.

Dicen analistas, con alguna razón, que es comprensible el repliegue: si Cambiemos gana el año que viene se empezará a hablar de un horizonte de ocho años de gestión. Una derrota en cambio apuraría la impresión de que ese tiempo se agotará en 2019.