Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Octubre ya está en la mira de todos

Dice un hombre del gobierno, y por lo que se ha visto en la semana que pasó hace bien en decirlo, que las cartas están echadas. Y que todos, incluido el Gobierno, han mostrado su juego.

La pelea por las elecciones de 2017, pronostica, será a cara de perro contra Sergio Massa (a) "El Impostor". Si algo faltaba para corroborar aquel pensamiento de semanas atrás de voceros macristas que decían que Massa era el enemigo -y no Cristina- y que, al revés, lo que le convenía al presidente era que el tigrense y la doctora se arrancasen los ojos entre ellos, lo ocurrido en el Congreso termina de corroborarlo. Con un valor agregado. Ahora desde uno y otro lado arriesgan un pronóstico: el que gane la elección de octubre dejará al otro en el camino en el intento por retener/obtener el poder en 2019.

Si Cambiemos gana la elección, ya se ha dicho, el presidente queda en inmejorable posición para reelegir por otros cuatro años. Si pierde, pero peor todavía si pierde frente al tigrense, no tendrá destino más allá de diciembre de ese año y por el contrario su rival se convertirá automáticamente en el principal aspirante a sucederlo en el Sillón de Rivadavia.

En todo caso la pelea cara a cara y golpe a golpe que prometen protagonizar tiene un agregado que no es menor pero que era por lo menos impensado. Tanto Macri como Massa pelearán a su vez, podría sostenerse, por los votos de Cristina. Lo explica aquel hombre. Macri, para que efectivamente la expresidente sea candidata y polarice con el líder del Frente Renovador, y no con él o con los candidatos del macrismo, especialmente en la provincia de Buenos Aires. Extraído del manual de procedimientos de Jaime Durán Barba. Y Massa, por descarte, para quedarse con esa porción de votos de la expresidente que según las encuestas ronda entre un 18 y 25%.

No es poco ni el piso ni el techo, y de allí que Cristina vaya camino a ser de alguna manera el cetro que buscarán adjudicarse el presidente y su ahora declarado enemigo. El análisis da por sentado que Massa y Cristina se van a enfrentar, nunca a asociar. Está por verse.

Al margen de la crónica de una derrota anunciada por las insólitas desprolijidades cometidas por el Gobierno con el proyecto de Ganancias, en el macrismo siempre suelen ver una oportunidad detrás de cada fracaso. Y esta podría ser una. Primero, porque Massa quedo pegado a una foto, aunque no haya posado, en la que la sociedad vería a lo peor de la última década, o para empezar a los mismos que ahora se rasgan las vestiduras por el polémico impuesto y lo negaron sistemáticamente durante diez años. Y hasta destrozaron a quienes lo reclamaban, según se puede ver en los archivos fílmicos tanto a Cristina como a Kicillof. Dicen en el gobierno que Massa bien podría haberse disparado un balazo en el pie.

Para corroborarlo primero habrá que ver que se concrete en los hechos el escenario que el Gobierno imagina para esta semana cuando el proyecto se trate en el Senado. Allí, suponen, tallarán fuerte los gobernadores, que ejercen un control claramente más concreto que el que pueden tener con los diputados de sus respectivas provincias. Y ahí está la segunda razón de aquel optimismo en el Gobierno, luego de procesar el durísimo golpe de la derrota y de hacer catarsis por la penosa tarea cumplida, plagada de maniobras políticas de principiante. Es cierto que Macri podría estar aplicando ahora mismo la política del látigo y la billetera que tanto se le cuestionó a los Kirchner. Herejías de la política, se dirá con algo de incomodidad.

Los mandatarios peronistas se reparten por estas horas entre apoyar la media sanción de Diputados y perder unos $ 30 mil millones de la recaudación coparticipable de aquel impuesto, o darle una mano al Gobierno, o a la gobernabilidad, como plantean algunos. Es el caso de Juan Manuel Urtubey. Ayudarían al plan de Macri de doble vía: devolverlo a Diputados con el propósito de ganar tiempo, y con modificaciones al artículo que grava los plazos fijos. Esgrimen ahí una chicana. En medio de procesos inflacionarios como el actual la única herramienta de un ciudadano común para preservar mínimamente el valor de sus ahorros es el plazo fijo. "A Massa no le interesa que los pobres ahorren", lo cruzó con oportunismo un analista económico durante las batallas de esta semana.

El gobierno buscará demostrar que el tigrense además de "ventajita", como ya lo apodaba Macri, es ahora un "impostor". Y que lo único que buscó fue propinarle una derrota al Gobierno y un cachetazo a Macri. Massa no tiene senadores que le respondan como bien le recordó el presidente. Y ese faltante, mas el eventual apoyo de los gobernadores para modificar el proyecto, podrían desnudar un escenario que hasta temen en su campamento: que la suya haya sido una victoria a lo Pirro. De vuelo corto. Y de futuro incierto, si es que además en verdad creyó que el kirchnerismo puro, el no tan puro y más crítico, y el resto del peronismo, le alfombrarán el camino para convertirlo en el nuevo cacique de un partido que no termina de perderle el miedo, ni las secretas esperanzas de un (improbable) regreso con gloria, a la expresidenta.