Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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En lo bueno y en lo malo, Guille y Mariela estarán unidos...

Como dice la letra de Pimpinela: “Junto a ti aprendí a vivir”. Un trasplante de riñón los mantiene así.
Lucio, el hijo de Guillermo, jugando con la tía Mariela. Como ocurre en cada reunión familiar, les alegra la vida a ambos.

Javier Oscar Schwab

jschwab@lanueva.com

A Guillermo Bertolli, o “Guille”, como todos lo llaman, no hay reto que se le resista. Con 40 años cumplidos, y la rareza de estar jubilado por una enfermedad renal crónica por la que debió someterse a un trasplante en 2009, la vida le brindó otra oportunidad.

Su sueño de convertirse en destacado deportista no se frustró. Nunca bajó los brazos y lejos de dejarse vencer por lo límites, fue capaz de ponerse retos, superarlos y llevar una vida casi normal.

“Pasé por lo peor, porque mis riñones dejaron de funcionar y el sufrimiento eragrande. Luego de dos años de años de diálisis encontré solución en mi familia, gracias al incondicional apoyo de mi hermana (Mariela), quien jamás dudó en donar uno suyo. Ella puede comer y hacer de todo sin restricciones; yo, en cambio, estoy más limitado. Pero feliz porque llevo una vida sana y puedo hacer los deportes que más me gustan”, dijo Bertolli.

“Con medicación y una dieta hiposódica (sin sal), para evitar la hipertensión, y mucho cuidado en no sufrir golpes y no forzar mi estómago con abdominales o ejercicios de fuerza, puedo vivir como el resto. Jugar a las bochas y al vóleibol, lo que venía haciendo desde chico hasta que apareció la enfermedad”, agregó.

--Fue un impacto muy fuerte.

--Sí. Fui al oculista por un mareo y terminé en el Hospital con estudios de todo tipo. Allí me detectaron la insuficiencia renal crónica; mis riñones ya no servían. Al principio me asusté mucho, pero luego comprobé que hay cantidad de casos como el mío.

--¿Qué imaginaste cuando te dijeron que tu vida dependía de un trasplante?

--En el primer parte médico imaginás lo peor. Tuve la suerte de contar con excelentes profesionales como mi nefrólogo Pablo Mele, quien me operó junto con el cirujano Carlos Schamun, y el apoyo familiar, que es fundamental. De manejar un camión pasé a ser un jubilado. La empresa en la que trabajaba se portó de diez, me ayudaron con los trámites. Siempre me sentí protegido.

Se nota a la legua su esencia de persona amable, respetuosa, de perfil bajo, tímido... No llama la atención de nadie ni desea hacerlo, intenta sobrellevar lo suyo con naturalidad.

Guillermo recorrió el camino inverso al de su infancia y adolescencia, cuando jugaba al vóleibol en la escuela primaria y, luego, en el CEF de Educación Física de General Cerri. Y también a las bochas en el club General Daniel Cerri.

“Me inicié a los 10 años y a los 12 tuve un paso por Villa Mitre. El trabajo me alejó un poco de todo, pero luego de la operación, cuando me dieron el visto bueno para hacer deportes, empecé de cero. Hoy juego en la Primera de Cerri a las bochas y, desde hace tres años, en la Liga Maxi Voley Masculino representando a Sansinena.

--¿Cómo surgió lo de participar en los XI Juegos Argentinos y VIII Latinoamericanos para Deportistas Trasplantados en Mendoza?

--Por una inquietud personal, buscando información en internet. Le pregunté a Carlos Trigo, atleta bahiense que ya venía participando y, de hecho, viajamos juntos a Mendoza en noviembre del año pasado. Cumplí los requisitos de inscripción; me anoté en vóleibol y petanca (modalidad europea bochófila).

--¿Con qué te encontraste?

--Con gente maravillosa. Todos son trasplantados, incluyendo a los dirigentes. Llegué y sin poder alojarme en el hotel me tocó participar. Éramos 400 deportistas en un galpón con techo de chapa, un calor terrible. Entré a un grupo de casualidad porque conocí, un rato antes de la competencia, al capitán del seleccionado argentino, Manuel Borga, un cordobés radicado en Ushuaia, quien era integrante del equipo subcampeón del Mundial de Mar del Plata 2015.

“Nos fue bien en el mini torneo y Borga me vio. Le dijo al team manager, Carlos Lirio: 'A él lo quiero con nosotros...”. En petanca competí una semana más tarde. Perdí el primer partido, luego gané todos, incluyendo la final. Pero por un error de organización no aparecí en la premiación; no recibí medalla. La de oro se la dieron al segundo... Igual, lejos de hacer un problema, me retiré contento conmigo mismo”.

--¿Cómo llegó la citación para el Mundial de Málaga?

--No entré a la lista de becados, pero sí a una segunda donde te ofrecen la chance de ir si te bancás todo o conseguís un sponsor que lo haga. Pensé que era una chance única e hice los trámites. Después tuve que poner 19 mil pesos de inscripción y otros 24 mil para los pasajes. Estoy endeudado, me va a costar mucho devolver esos importes.

--¿Nadie te ofreció ayuda o un subsidio para, al menos, solventar el costo de los pasajes?

--Ahora me están ayudando mis amigos y familiares con un bono contribución para llevarme dinero y así poder moverme allá. Mandé solicitudes a empresas y sindicatos, pero todo quedó en veremos.

“Incluso intenté ir a la subsecretaría de Deportes del Municipio, pero no tengo acceso porque no conozco a nadie. Mi meta hoy pasa por lo deportivo, por representar a la ciudad y al país de la mejor manera”.

--¿Cuántos deportistas estarán presentes en Málaga?

--No llegamos a 50. Y entre ellos dos somos bahienses. También viaja un chico de Pigüé, que participará en golf. En el Mundial aceptan que el deportista vaya acompañado por un donante.

--¿Qué fue lo que más te llamó la atención de toda la competencia?

--Poder hablar con chicos trasplantados que vivieron situaciones extremas. Trasplantes de corazón, médula; algunos desde cuando eran bebés. Hablé con padres, me contaron los padecimientos y la alegría de poder ver ahora a sus hijos esforzándose al máximo.

“Te tiemblan las piernas escuchar las historias de los chicos del Garrahan”.

Las piernas dijo Guillermo. Las mismas que lo impulsaron a superar situaciones extremas, a soportar el dolor y a tomarse revancha gracias al deporte, que también le abre sus puertas a los trasplantados.

Málaga, la sede que los espera

Los Juegos Mundiales de Deportistas Trasplantados es un Evento Deportivo de carácter Internacional para atletas trasplantados.

Su celebración demuestra el éxito de las operaciones de trasplante y la posibilidad que las personas receptoras de un trasplante tengan una vida plenamente saludable.

Los Juegos se celebran cada 2 años; las últimas ediciones se han celebrado en la ciudad de Mar del Plata (Argentina, 2015), Durban (Sudáfrica 2013) y Goteborg (Suecia 2011).

La edad de los participantes es de entre 4 y 80 años y todos han salvado sus vidas gracias a una operación de trasplante de órganos: Corazón, hígado, pancrea, riñones y médula ósea.“En junio se van a cumplir 8 años de la operación. La decisión fue muy rápida. Guille estaba en terapia intensiva porque entró con una insuficiencia renal y cuando le dijeron que era grave me ofrecí para donarle el riñón. Los estudios tardaron un año y medio. Verlo sufrir con la diálisis me partía el alma. Pero todo salió bien", dijo Mariela Bertolli.

“Soy mayor, le llevo 8 años, aunque somos muy pegotes. Nos internamos un martes en la misma habitación, Cecilia (la señora de Guille) nos cuidó y me llevaron a cirugía una hora antes que a él; estuvimos juntos siete horas. Mi riñón salió funcionando y no necesité diálisis. Dos días después de la operación ya hacía vida normal".

--Mejor imposible.

--Sí. No tomé medicación, nada. Salí el jueves y el sábado estaba mirando bochas porque jugaba mi hijo, Gaby. Y hasta comí un chori.

--¿Qué sentís por tu hermano?

--Orgullo. Lo cargo: ‘¿Te vas a España? Me debés la operación, te va a salir caro...’. Le mejoré la calidad de vida. Verlo bien y que haga deportes es bárbaro. Atrás quedaron los llantos de mamá (Irma) y el sufrimiento de toda la familia.