Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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El estilo abrupto de Trump dejó perplejos a los europeos

En lugar de apaciguar y aclarar posturas en la reunión del G7, el presidente de Estados Unidos alimentó la desconfianza de los líderes de los principales países de Viejo Continente.
El mandatario estadounidense hizo gala de su verborragia en la Cumbre del G7, en Italia.

Agencia AFP-NA

El primer viaje de Donald Trump al Viejo Continente era una oportunidad para apaciguar y aclarar posturas, pero en lugar de eso el presidente de Estados Unidos más bien alimentó la perplejidad y la desconfianza de los europeos.

El discurso del jueves en la sede de la OTAN en Bruselas marcó el tono. Erigiéndose como el inflexible defensor del contribuyente estadounidense, el inquilino de la Casa Blanca aleccionó, en un discurso con ciertos aires de campaña, a unos aliados a los que acusó de deber “enormes sumas de dinero”.

La imagen, que dio la vuelta al mundo, del presidente de la primera potencia mundial empujando al primer ministro del pequeño Montenegro para colocarse en primera fila no contribuyó a calmar las cosas.

Esta entrada en materia reforzó el sentimiento de que si Trump disfrutó con un placer no disimulado de la acogida real que le dispensaron en Arabia Saudí, la escala europea le entusiasmaba menos.

Una señal simbólica fue que dos de sus consejeros más influyentes, su hija Ivanka y su yerno Jared Kushner, omnipresentes en Riad y Jerusalén, abandonaron la delegación presidencial antes de la segunda parte del viaje.

Es cierto que Trump ha dejado atrás sus comentarios más provocadores sobre la utilidad de la OTAN o el futuro de la UE.

Pero en Taormina, la joya de Sicilia que albergó la cumbre del G7, hizo poco para fortalecer los vínculos.

Respecto al Acuerdo de París sobre el clima, la administración Trump, que ya aplazó su decisión, mantiene el suspense, por lo menos hasta la próxima semana.

Queda el tema de las interacciones entre el mandatario estadounidense y el resto de miembros del grupo de los siete países más industrializados.

“Al presidente le gusta la comunicación, algo que no les sorprenderá”, resumió Rex Tillerson, jefe de la diplomacia estadounidense, contestando a una pregunta sobre el estilo Trump en el Air Force One.

Durante el G7 de Sicilia solo mostró públicamente complicidad con su “amigo” Shinzo Abe, el primer ministro japonés.

Las conversaciones con la jefa de gobierno británica, Theresa May, se vieron empañadas por las filtraciones estadounidenses sobre la investigación del atentado de Manchester. Las relaciones con Angela Merkel, que esta semana recordó en Berlín su complicidad con Barack Obama, no son buenas.

La historia con el nuevo presidente francés Emmanuel Macron está todavía por escribir, aparte de un almuerzo y una primera conversación “constructiva y directa” y de un incómodo y vigoroso apretón de manos.