Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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El dólar y las tasas, en la mira de todos

Salvo quienes viven de la inversión financiera, nadie está conforme con las dos variables claves de la economía argentina: el dólar y las tasas de interés. Los altos rendimientos que se pagan en pesos están ofreciendo millonarias ganancias a quienes realizan sus apuestas en el mercado. Se gana 2% mensual en dólares, en un contexto en el que el tipo de cambio se encuentra planchado. Resulta casi imposible encontrar una inversión en la economía real que supere a las alternativas financieras.

El Banco Central ratificó esta semana que mantendrá las tasas en niveles elevados. Absorbe todos los pesos que le entreguen al 24,75% anual, que es la tasa de referencia. La decisión se adoptó luego de conocerse el repunte de la inflación en febrero, que arrojó un 2,5%. Si bien el aumento tarifario explica en parte el repunte, el incremento de la denominada “inflación núcleo” a 1,8% dejó en claro que el rebote fue mucho más generalizado. Puesto de otro modo, la suba de la luz le pega directamente a los bolsillos, pero también derrama otros aumentos porque se encarecen los alquileres y el proceso productivo.

Resulta complicado mantener tasas altas cuando el principal objetivo del gobierno es reactivar la economía. Y además hay urgencia porque se viene encima el calendario electoral, con necesidad de demostrar que todos los ajustes que se fueron haciendo tenían como objetivo la mejora de la actividad.

Pero la recuperación viene bastante complicada. Luego del repunte del último trimestre, los primeros meses de 2017 resultaron más complicados que lo esperado. Según el índice general de actividad que elabora Orlando Ferreres, en febrero la caída interanual llegó al 2,3%, pero más preocupante aún hubo una caída de 0,7% en relación a enero, rompiendo una racha de cinco meses de mejora consecutiva. Las dificultades de la industria, pero sobre todo la retracción del consumo por la aplicación del plan Precios Transparentes explicaron el retroceso. Ahora desde la secretaría de Comercio reaccionaron y están lanzando el nuevo sistema Ahora 6 para volver a las cuotas sin interés para los sectores más afectados por las medidas, como calzado e indumentaria.

Una reducción de tasas sería lo más lógico para que haya menos especulación financiera y mayor actividad. Pero el Central está atrapado entre las preocupaciones por la recuperación de la economía y al mismo tiempo una inflación más alta que la meta estipulada del 17%. Los niveles de inflación de febrero y los proyectados para marzo marcan las dificultades para dominar los precios, pero también para alinear las expectativas que se mantienen en el 25% para este año. Es decir muy lejos del plan trazado por el Central.

Pero en concreto se trata de un nivel de tasas que no satisface a nadie, especialmente en el mundo de la producción. Los bancos públicos salieron en forma coordinada a volcar más crédito para tratar de compensar esta situación y reanimar tanto el consumo como la inversión. La táctica fue explicada esta semana por el ministro de Finanzas, Luis “Toto” Caputo: “Queremos que la baja de tasas que consigue el gobierno en el mercado internacional le llegue a la gente y a las PYME, es un nuevo nivel de referencia”. Así buscó minimizar el efecto de la política monetaria muy dura que viene llevando adelante el titular del Central, Federico Sturzenegger.

De manera indirecta estas elevadas tasas también mantienen planchado al dólar. Como los rendimientos en moneda local son muy importantes sobre todo en medio de la estabilidad cambiaria, la lógica indicaría que una rebaja de tasas ayudaría a impulsar el tipo de cambio. Sin embargo, el Central privilegia tasas elevadas para contener la inflación, aún a costa de planchar el tipo de cambio o que se resienta el crecimiento.

El dilema que sobrevuela en este punto es el siguiente: ¿qué tiene más impacto en la gente, bajar la inflación o impulsar el crecimiento? Por supuesto que no hay una respuesta definitiva, pero el gobierno estaría más de acuerdo con impulsar la reactivación aún a costa de algo más de presión sobre los precios. Pero desde el Central consideran que nada es más reactivante para la economía que bajar la inflación.

El tipo de cambio es otro de los problemas complicados que enfrenta el gobierno. Tanto en febrero como en marzo se asistió a una significativa apreciación de la moneda que complica la competitividad de las empresas e impulsan los viajes al exterior.

Para tratar de darle algo de impulso al dólar el Tesoro llegó a un acuerdo para que el Central compre todos los dólares que vendan tanto la Nación como las provincias. Esa mayor intervención en el mercado debería ayudar para ponerle un nuevo piso a la divisa y en lo posible empezar a darle algo de impulso.

Pero nada es tan lineal. El riesgo es que la emisión de pesos que se necesita para comprar esas divisas termine generando inflación como ya sucedió en el pasado.

Al final del día, todo conduce al déficit fiscal. Ni la Nación ni las provincias precisarían emitir tanta deuda en dólares para financiar el rojo fiscal. Y si bien Nicolás Dujovne promete una reducción gradual, aún está por verse hasta qué punto consigue hacia un esquema de mayor austeridad y equilibrio.