Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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El gobierno suma apoyo internacional

E l corto viaje de Mauricio Macri a los Estados Unidos y la reunión con Donald Trump no hizo más que confirmar que la luna de miel con los inversores internacionales no sólo continúa sino que está en su mejor momento. El riesgo país cayó a 400 puntos básicos, un nivel que no se observaba hace diez años. El reflejo de esta mejora, que se traslada a menores tasas de interés, es la fuerte demanda existente por títulos argentinos.

Claro que por ahora los dólares que entran al mercado argentino son en su mayor parte financieros. Entre el Gobierno nacional y las provincias ya ingresaron más de 12.000 millones de dólares. Pero además entraron sólo en el primer trimestre otros 1.600 millones de capitales que entran para inversiones de portafolio, es decir que exclusivamente lo hacen para aprovechar las altas tasas de interés que ofrece el Banco Central. En cambio, las inversiones directas llegan a cuentagotas y no llegan ni a la mitad de lo que entró para especular.

Más allá de la reunión con el presidente norteamericano, Macri también estuvo en Houston en una reunión con petroleros. El objetivo obvio es vender Vaca Muerta como destino de inversiones, particularmente para el negocio de explotación de gas no convencional. Un cálculo del Instituto Argentino de Petróleo y Gas indica que en los próximos cinco años el país podría recibir 20.000 millones de dólares anuales para el sector energético. Además de los puestos de trabajo y de lo que movería la economía, semejante masa de recursos permitiría recuperar el autoabastecimiento.

Pero más allá de los buenos augurios que existen para la economía argentina, especialmente desde el exterior, la actitud de las empresas es mucho más cautelosa tal como lo reflejan las demoras para efectuar inversiones de largo plazo. Existe un plazo natural entre los anuncios y la concreción, lo cual es lógico. Pero en el fondo también existen dudas. Y ni siquiera las elecciones legislativas ocupan un primer plano en el orden de las preocupaciones. El Gobierno ha sido exitoso en transmitirle a los mercados que más allá del resultado electoral de octubre no habrá mayores cambios en el ámbito legislativo. Y que además los planes trazados para la economía se van a mantener.

Por lo tanto, ahora los ojos están puestos en la marcha de las variables económicas. La buena noticia para los inversores es que la Argentina está más cerca de recuperar el crecimiento, más allá del nuevo bajó que se produjo en febrero. La caída del consumo por la desaparición de las cuotas sin interés y la menor producción de autos por la baja de la demanda de Brasil explican este comportamiento luego de algunos meses de mejora. Con ese bajón, la economía volvió a fines de octubre a los niveles de octubre pasado.

La buena noticia es que con algo de viento a favor, en marzo se habría recuperado buena parte de la pérdida del mes pasado. Y según coinciden la mayoría de los economistas, la actividad se irá recuperando de manera más sostenida en los próximos meses. “Para fines del tercer trimestre la economía estaría creciendo a un ritmo de 5% interanual”, asegura el economista Orlando Ferreres, probablemente el que mejor anticipa el comportamiento de la actividad industrial y la evolución del PBI.

Pero hasta los más optimistas ahora se muestran más cautos. Miguel Bein, por ejemplo, estimaba 5% de crecimiento para este año de la mano de salarios que le ganarían con amplitud a la inflación. Pero en la última revisión estimó que “con suerte” se llegará al 2,9%. El FMI hizo algo parecido. Del 2,8% original pasó a 2,2%.

Pero más allá de las estadísticas, la mejora de los próximos meses coincidiría con una reducción de la inflación, que en abril se mantendrá por tercer mes consecutivo en niveles de 2%. Lo acumulado en el año vuelven casi imposible el cumplimiento de la meta de 17% que el Central se impuso como techo para este año.

Sin embargo, las buenas noticias están más cerca en relación a la evolución inflacionaria. A partir de mayo se vería un descenso más importante y desde el BCRA vaticinan que a partir de junio el descenso sería mucho más brusco, hasta niveles cercanos al 1% mensual.

Existen dos factores que ayudarán a aliviar la presión sobre los precios: un dólar planchado, que aunque lo niegue el titular del Central, actúa como ancla antiinflacionaria. Y la postergación en los ajustes tarifarios, como el caso de transporte. El incremento previsto para este año pasó para el próximo, con lo que se cayó en la lógica kirchnerista: postergar los aumentos de tarifas para aliviar el bolsillo y suavizar la inflación. En el caso del gas, el aumento se repartió en cuotas que recién termina en abril de 2018.

La baja de la inflaciónes uno de los aspectos centrales que miran los inversores. Pero la política monetaria que lleva adelante Federico Sturzenegger será incompleta si el Gobierno no es exitoso en reducir un problema endémico como el déficit fiscal.

El éxito en reducir el rojo de las cuentas públicas será clave a partir del año que viene y es lo que los inversores estarán mirando con mayor atención. No sólo porque resulta fundamental para bajar la inflación sino también para reducir la dependencia del endeudamiento externo.