Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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¿La “maldición” alcanzará a Alemania?

La obtención de la Copa Confederaciones 2017 en Rusia supone para Alemania un desafío inédito en el futuro más próximo: nunca hasta ahora su ganador se coronó campeón en el Mundial del año siguiente.

Le sucedió a Brasil en cuatro ocasiones (1997, 2005, 2009 y 2013) y a Francia en otra oportunidad (2001), entre los antecedentes más inmediatos que deberán mirar los germanos antes de acudir a la cita ecuménica de 2018 para defender su título vigente.

Argentina, que en 1992 se alzó con el trofeo por entonces denominado Rey Fahd, tampoco pudo revalidar sus méritos en Estados Unidos 1994, incluso con Diego Armando Maradona en su plantel.

“Maldición”, simple casualidad o solo una curiosidad estadística, a Alemania poco le interesa. No cree en los malos augurios. Por su mentalidad, solo le cabe demostrar su potencial y su prestigio futbolístico toda vez que presenta a su selección en la cancha. Y vaya si volvió a ratificarlo.

Sin subestimar el certamen, el entrenador armó un equipo muy joven, con un promedio de edad de 23 años, apostando a un necesario recambio y a la continuidad de una exitosa línea de trabajo.

Independientemente del lustre de sus nombres, la estructura colectiva no se resintió. El funcionamiento, la disciplina táctica y la calidad de sus jugadores distinguen a la escuadra dirigida por Joachim Löw.

Fruto de la planificación, la coherencia y su natural jerarquía, Alemania completó además un fin de semana brillante al sumarle la consagración del seleccionado Sub 21 en el Campeonato Europeo de la categoría tras vencer por 1-0 en la final del pasado viernes a España.

La versión que ayer derrotó ajustada y trabajosamente a Chile en el cotejo decisivo desarrollado en el estadio Krestovski, de San Petersburgo, se apoyó en una base compacta que encabezaron Marc-André Ter Stegen (Barcelona), Julian Draxler (PSG) y Shkodran Mustafi (Arsenal), los de mayor experiencia, con el aporte de otros valores desconocidos que dieron muestras de su eficiencia y superaron la prueba que significaba la exigencia.

En ese andamiaje, Leon Goretzka (Colonia), Niklas Süle (Hoffeheim), Jonas Hector (Colonia), Lars Stindl (Borussia Monchengladbach, autor del único gol), Joshua Kimmich (Bayern Munich) y Timo Werner (Hoffenheim) se adaptaron perfectamente a la idea del técnico, con el convencimiento de poder integrar nuevas convocatorias.

Ante la falta de hombres históricos que ya no están, como Phillip Lahm, Miroslav Klose y Lukas Podolski, y las transitorias ausencias de Thomas Müller, Sami Khedira, Mats Hummels, Mesut Özil, Manuel Neuer y Marco Reus, por saturación física o lesiones, los juveniles, con su empuje y su capacidad, mantuvieron a Alemania en lo más alto del plano internacional.

Argentina –si revierte la posición de Repechaje como se espera–, Brasil, Italia, España, Francia e Inglaterra, potenciales candidatos en Rusia 2018, anhelan que el conjunto teutón se borre de esa lista, alcanzado por la supuesta “mala suerte” que persigue a los vencedores de la Copa Confederaciones.

Claro que es apenas una especulación vinculada al folklore que rodea al fútbol. A la hora de la verdad, más allá de los resultados, el respeto que impone Alemania es innegable y absoluto. Se lo ha ganado desde tiempos inmemoriales.