El histórico castillito de la avenida Alem: más de un siglo de existencia
Mario R. Minervino / mminervino@lanueva.com
La avenida Alem era una calle de tierra, de traza ligeramente curva, que abandonaba poco a poco su condición de “Calle de las quintas”, cuando en 1909 el arquitecto catalán Joaquín Saurí (1876-1913) dio a conocer su proyecto de un chalecito de servicio, “para una de las familias de la haute bahiense”. A más de un siglo, el edificio sigue de pie.
La obra se ubica frente a la Universidad Nacional del Sur, y fue de las primeras de una calle que, hasta la habilitación del Parque de Mayo, en 1906, era poco menos que una arteria perdida. La habilitación de ese paseo comenzó a poblar la calle, al punto de convertirla en “El Palermo Bahiense”.
Saurí tenía 33 años cuando diseñó este edificio. Pese a que en sus primeras obras había dejado en claro su gusto por el art nouveau, en este caso se inclinó por un chalecito con cubiertas de mucha pendiente y un particular volumen de planta circular rematado por un pináculo. Por esa época a estos “castillitos” se los denominaba “adornados”, y hoy se pueden emparentar con las obras de fantasía de las películas de Walt Disney.
Esa misma línea siguieron los pocos chalets construidos en el parque de Mayo, cuando todavía sus propietarios soñaban con concretar el Barrio Parque Adornado y los de Villa Harding Green.
“El arte es, acaso, omnipotente: todo lo embellece y, como Dios, casi de la nada, saca obras maravillosas”. Así se daba cuenta de esta obra con una modesta decoración en el frente --una especie de cerámica-- dando cuenta del gusto de Saurí por los motivos florales del art nouveau.
Una revista definió la construcción como un “palacete moderno”, al cual el arte “ha sabido elevar a buena altura”.
Pese a su apariencia, el interior era reducido, con su planta baja destinada a alojar el lavadero y cuarto de planchado, mientras que en la alta, a la que se accede por una escalera caracol, contenida en el volumen cilíndrico, estaba la habitación del quintero.
Conviviendo hoy con una particular Torre Eiffel, el castillito sigue siendo parte de la avenida. Cuenta una historia, expresa un hecho artístico, fue visto por las generaciones de más de un siglo.