Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

Pesca en el dique: alertan que las consecuencias podrían ser negativas

Especialistas del Conicet y la UNS dicen que "lo primero que va a peligrar es la calidad del agua", por lo que recomiendan mantener las restricciones actuales.
Las doctoras Verónica Gil (izq.) y Ana Casado realizaron múltiples estudios sobre el dique y la cuenta del río Sauce Grande. Fotos: Emmanuel Briane - La Nueva.

Hernán Guercio / hguercio@lanueva.com

   Las doctoras en Geografía e investigadoras del Conicet Verónica Gil y Ana Casado advirtieron que el uso recreativo del dique Paso de las Piedras podría afectar en forma negativa al embalse en el largo plazo, por lo que se manifestaron a favor de continuar restringiendo la pesca y el acceso público al lugar.

   Las profesionales -quienes pertenecen al departamento de Geografía y Turismo de la UNS, y han realizado diferentes estudios sobre el dique y la cuenca del río Sauce Grande- señalaron que si se habilita el turismo “lo primero que va a peligrar es la calidad del agua”.

   De esta forma, las profesionales se expresaron acerca de la iniciativa que impulsan los intendentes Carlos Berterret (Coronel Pringles) y Sergio Bordoni (Tornquist), con el respaldo de pescadores, comerciantes y agentes de turismo de ambos distritos.

Mirá también: ¿Debe haber turismo en el dique Paso de las Piedras?

 

   Gil y Casado remarcaron que, en caso de que la apertura al público prospere, es absolutamente necesaria la realización de un estudio prospectivo respecto de las posibles consecuencias -tanto positivas como negativas- que pueda tener, más allá de la cuestión económica.

   “Siempre teniendo en cuenta que el principal objetivo del dique es la provisión de agua a Bahía Blanca y Punta Alta, para hablar de darle un uso recreativo al embalse es necesario llevar a cabo un estudio previo, que involucre a la mayor cantidad posible de científicos, gestores y decisores, ya que cada uno puede tener una visión diferente sobre el tema”, explicó Casado.

   Estos análisis, amplió, permitirían tomar una decisión a conciencia, basada en el conocimiento integral del funcionamiento del sistema, proyectando posibles escenarios y la forma en que el embalse puede responder ante determinadas eventualidades.

   “Sin estos estudios o una planificación adecuada, el impacto sería más negativo que positivo. Además, si creemos que preservar el recurso significa solo cuidar la calidad del agua, la visión está sesgada: hay muchos otros factores a tener en cuenta, como la contaminación, la removilización de sedimentos, los efectos de ciclos húmedos y secos, e incluso algas que se introducen en el sistema por el uso de ropa y elementos de pesca, por ejemplo”, afirmó Gil.

   “También hay que tener en cuenta que hoy ni siquiera existe control de las sustancias que transportan los camiones que pasan por el puente de la ruta 51, lo que representa un peligro constante para la provisión de agua”, agregó.

Falta de certeza sobre los controles

   Para ambas profesionales, más allá de recalcar que las consecuencias de una apertura masiva al público serían negativas, la cuestión también pasaría por los controles que se deberían llevar a cabo una vez habilitado el acceso al público.

   “Por ejemplo, conceptos como capacidad de carga -NdR: cuánta gente puede soportar un lugar, y cuánto tardará en volver este a su estado original- son importantísimos, porque a priori es necesario saber cuánto puede absorber el embalse como sistema para seguir regenerándose y vivir en forma natural después de un tiempo”, consideró Gil.

   Según explicó, antes de pensar en habilitar el acceso al dique, hay que responder preguntas como ¿cuánta gente puede ir?, ¿cuánta gente puede hacer uso del lugar y tirar basura? o ¿cuánto tiempo necesita el sistema para regenerarse y seguir funcionando en la forma prevista?

   “Hablan de cuidar el recurso, ¿pero saben cómo cuidarlo?”, cuestionó Casado.

   “Tampoco podemos realizar esto de un día para el otro. Estamos acostumbrados a hacer todo sobre el corto plazo, y los tiempos políticos o económicos no son los mismos que los del medio ambiente. Hay que hacer un análisis estratégico y un estudio integral; que no sea sobre el corto plazo, teniendo en cuenta solo una arista del problema o solo pensando en la cuestión económica-redituable”, agregó.

   Por su parte, Gil fue aún más tajante: “Desde nuestro punto de vista y de lo que hemos estudiado, creemos que el lugar debe permanecer lo más restringido posible, y que no se destine al uso recreativo o la pesca. Abogamos por mantener el recurso”.