Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Un acceso que nos complica

No es la primera vez -ojalá fuera la última- que hacemos referencia a una de las situaciones viales más conflictivas de la ciudad, con consecuencias realmente indeseadas para los miles de bahienses que cada día transitan por la avenida Cabrera, una de las arterias más utilizadas de la ciudad.

La calle se extiende desde el camino de Circunvalación y, en su continuidad urbana, llega hasta la plaza Rivadavia, siendo una de las arterias que más han modificado su fisonomía en las últimas décadas, como resultado del crecimiento comercial y demográfico que han tenido los sectores que atraviesa su traza.

El funcionamiento de Cabrera se opone a los lineamientos que el propio municipio impulsa y defiende en cada una de sus decisiones viales, las cuales apuntan -generando varias polémicas- a agilizar el tránsito, hacerlo fluido y disminuir los tiempos de circulación, cono estrategia para además mejorar las condiciones de seguridad de conductores y peatones.

Los semáforos de la avenida no solamente carecen de la sincronización adecuada para garantizar esa fluidez -de acuerdo a los especialistas, esa es la principal función de una semaforización, no la de evitar accidentes- sino que, por el contrario, generan verdaderos taponamientos.

Un caso concreto es el semáforo de Cabrera y Fortaleza Protectora Argentina, cuyo tiempo de verde es completamente inadecuado -poco tiene que ver con el flujo vehicular que verifica la calle-, y que además tiene un diseño inadecuado, con tiempos de rojo nulos y falta de sincronización con el resto de los existentes.

Así, en las horas pico, las demoras son cada día más extensas: se generan filas de hasta 300 metros, en las cuales cada conductor debe esperar hasta cuatro cambios de luces para superar la esquina que, además, posee una suerte de lomo de burro en coincidencia con el semáforo.

Lo más preocupante de todo esto es que la Municipalidad de Bahía Blanca todavía parece no darle demasiada trascendencia a la cuestión.

No hay un estudio de la problemática, no se consideran intervenciones, no se analizan alternativas, obras ni el uso de la abundante tecnología disponible.

Entre tanto, cada día, miles de bahienses quedan expuestos a una situación perjudicial e injusta.