Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Nisman: morir por una causa

El fiscal de la causa AMIA no tenía restos de pólvora en sus manos. Además, la escena del crimen fue rápidamente contaminada.

El 18 de enero de 2015¨, el fiscal Alberto Nisman supo que iba a morir en manos de los dos extraños que ingresaron a su departamento de la torre Le Parc, en pleno Puerto Madero, pocas horas antes de concurrir al congreso a explicar su denuncia de traición a la patria contra la presidenta Cristina Fernández.

Quien actuaba desde 2004 como fiscal especial para investigar el atentado de 1994 contra la sede local de la AMIA -que causó 85 muertes- había intercambiado mensajes con periodistas y legisladores minutos antes, dando cuenta de estar trabajando en los últimos detalles para su presentación ante la cámara de diputados de las Nación.

Ya se había retirado Diego Lagormasino, persona que lo asesoraba en algunas cuestiones y con quien también mantenía otras relaciones laborales, quien le había dejado su arma, Bersa calibre 22, y se había retirado sin que nadie advirtiera su presencia.

Casi dos años después de los hechos, caratulados desde el inicio como “muerte dudosa”, un grupo de 24 expertos de Gendarmería Nacional estableció que la muerte de fiscal, no fue, ni por asomo, un suicidio, como se pretendió simular, sino que se trató de un asesinato.

Dos personas que no fueron detectadas por ninguna cámara de seguridad, por ninguno de los custodios, se encargaron de sorprender al fiscal en pleno trabajo, obligarlo a consumir un tranquilizante, llevarlo hasta el baño, golpearlo y dispararle con el arma de Lagormasino colocada a pocos centímetros de su cabeza.

En el medio de los hechos le quebraron la nariz y le marcaron el hígado, le dañaron un dedo y un diente.

Luego lo dejaron en el baño, se lavaron las manos, limpiaron algunas huellas, borraron otras y se fueron, sin que ninguna cámara registrara nada, sin que la custodia supiera que eso había concurrido.

Nisman no tenía restos de pólvora en sus manos. La escena del crimen fue rápidamente contaminada. El jefe de Gabinete de Cristina -Aníbal Fernández- se apresuró a calificar a Nisman de “sinvergüenza” y de “salir con minas”. La presidenta guardó silencio.

Ahora, 24 peritos explicaron cómo fue su muerte. Nisman, en manos de los sicarios, quizá rogó para que alguien tuviese la capacidad y honestidad suficiente para entender que pagaba con su vida haber hecho su trabajo.