Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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El ser argentino y la cultura árabe

Por Eduardo Giorlandini.

 He de referirme aquí al ser nacional argentino, alimentado también por la cultura árabe, además de otras que se unieron en nuestra realidad para conformar una naturaleza social con características propias y diversas.




 Es muy frecuente hallar, en la literatura argentina, conceptos por los cuales no sabemos todavía cómo somos. Pero, a medida que se investiga, se analiza y se encuentran eslabones de diferente origen, por causa de la inmigración histórica, se van conociendo componentes culturales, afectivos y sentimentales que contribuyeron a la composición del ser nacional.




 Nuestra población no es producto de requechos, como dice un personaje de sainete; es decir, nuestra población no es un compuesto de desperdicios. Y tampoco nuestra cultura y nuestra música, aunque ese personaje del sainete El bandoneón, de autoría de José Antonio Saldías, diga: "E la música a este paese está hecha de requecho, como la raza...".




 Aclaro que trato de sintetizar lo ya expresado en este tema, en otras ocasiones, y por eso y al respecto de lo que estoy diciendo ahora, debo destacar que los árabes, como otros inmigrantes y sus descendientes, vinieron a trabajar, a quedarse, fundar familia, incorporarse en paz a la comunidad y asumir sus querencias, devociones y valores humanos.




 En nuestros desarrollos, hemos destacado, también, cómo nos transmitieron parte estimable de su idioma, lo que se puso de manifiesto en gran cantidad de palabras (en el caso del árabe), originales o adquiridas, como chantecler, del francés, que quiere decir "cantaclaro"; al-monshasha, que bien puede equivaler a "lunfardo"; mufa, garufa, sabalaje, patio, cara o ceca, palmado, a babucha, reseda, palabra tanguera; y muchísimas más.




 Asimismo, hemos puntualizado datos sobre artistas descendientes de árabes, como Alberto Podestá, Elías Alippi, María de la Fuente, Jorge Cafrune, etc. Nos hemos ocupado igualmente de consignar señas comunes a árabes y gauchos argentinos; a las influencias de la música árabe que, vía España, recibimos y quedaron afincadas para siempre aquí; leves influjos se han notado de la danza y la gastronomía, pero sí influencias vigorosas en el campo científico y filosófico.




 Usos y costumbres diversos, vestimentas, estados de ánimo, emotividad e impresiones múltiples, propias de un humanismo común.




 ¡Cómo no vamos a saber sobre la naturaleza del ser nacional argentino, si vamos hallando, constantemente, los eslabones de nuestro espíritu colectivo, incluso a través de la canción!




 Y si recorremos un poco nuestra historia, veremos infinidad de antecedentes. Cuando Sarmiento habla de la casa de su madre, descendiente de árabes, muestra los signos de la cultura árabe en su propio hogar, no solamente por la sentimentalidad, sino, también, por la tradición del diván árabe, los almohadones (palabra derivada del árabe); deberíamos mencionar asimismo la "patriarcal higuera", el telar y el aljibe, vocablo también derivado del mozárabe.




 Una escritora francesa, Lina Beck-Bernard, que vivió en Santa Fe, notó la disposición de las casas según costumbres andaluzas, recibidas de los árabes, y de los aljibes en los patios. Rubén Darío escribió sobre Tánger y de la lectura hallamos cosas culturales que también pueden relacionarse con objetos culturales propios de la Argentina. Igualmente, en innumerables fuentes, de las que doy una breve muestra.




 Es decir, tenemos mucho a nuestro alcance para enriquecer el conocimiento de la naturaleza de la población argentina y se trata de una cuestión de tiempo el conocernos mejor, con lo cual respetaremos más todavía a la cultura árabe.




 El doctor Eduardo Giorlandini es abogado; reside en nuestra ciudad.