Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

El lugar en el que descansaba Gardel...

El siglo XIX llegaba casi a su fin, y dejaba una Bahía Blanca próspera, a la que había llegado el ferrocarril y gran cantidad de gente a trabajar en sus obras. Convertida en ciudad en 1895, crecía a la vera de un importante puerto de ultramar para el comercio de exportación. Las calles que rodeaban la plaza principal y las que a ella llegaban desde la Estación Sud eran transitadas por los carruajes particulares y de alquiler, a los que pronto acompañarían los primeros automóviles, ómnibus y tranvías a vapor.


 El siglo XIX llegaba casi a su fin, y dejaba una Bahía Blanca próspera, a la que había llegado el ferrocarril y gran cantidad de gente a trabajar en sus obras. Convertida en ciudad en 1895, crecía a la vera de un importante puerto de ultramar para el comercio de exportación.


 Las calles que rodeaban la plaza principal y las que a ella llegaban desde la Estación Sud eran transitadas por los carruajes particulares y de alquiler, a los que pronto acompañarían los primeros automóviles, ómnibus y tranvías a vapor.


 Por entonces, José "Pepín" Lamberti, que era dueño del Hotel de Londres ubicado en O'Higgins y Chiclana, había adquirido en 1897 un terreno de 1.000 varas cuadradas, ubicado en la esquina de enfrente, con vista a la Plaza Rivadavia. Allí había funcionado el primer velódromo de la ciudad, propiedad de Daniel Fehrmann, quien se lo vendió en $ 25.000 moneda nacional.


 Lamberti encomendó la construcción del nuevo hotel a su amigo Antonio Gerardi. Pero al poco tiempo el edificio fue adquirido por Antonio Muñíz, ciudadano de origen español, que se radicó en Bahía Blanca en 1895 y al año siguiente puso en esa misma esquina sobre la primera cuadra de calle Chiclana, una modesta librería, papelería y venta de útiles escolares llamada "Casa Muñiz".


 Muñíz encargó a los uruguayos Gaspar y Angel Sara la construcción del primero y segundo piso, sobre la planta baja existente, y el edificio fue inaugurado entre bombos y platillos el 1º de mayo de 1907.


 El negocio, conocido como "Casa Amueblada La Central", y explotado por la firma José B. Martínez y Cía, disponía de cincuenta piezas construidas con toda comodidad, a las que se ingresaba por O'Higgins 9. En la planta baja continuó funcionando la librería y cigarrería "Casa Muñíz".


 El diario local "La Nueva Provincia" describía el 21 de agosto de 1907 algunas características del negocio de esta manera:


 "La casa cuenta con un servicio esmerado, y un buen número de habitaciones hermosas, amuebladas con todo lujo, no habiéndose economizado sacrificio para desterrar de las habitaciones ese aire triste que, por lo común, tienen todos los cuartos de hotel. La planta baja del edificio está ocupada casi en su totalidad por escritorios. Son departamentos de dos, tres y hasta cuatro piezas alquiladas a conocidos caballeros de nuestra sociedad. Un espacioso lugar destinado a bar, separa estos escritorios de algunos departamentos para familias y de los w.c. y cuartos de baño".


 Las comodidades del hotel lo convertían en el preferido de los huéspedes que frecuentaban la ciudad. Allí tenían sus estudios los principales abogados, escribanos, procuradores y martilleros.

"La Central Cooperativa del Comercio"




 El 6 de enero de 1914, "La Nueva Provincia" anunció la ampliación del hotel con un nuevo nombre: "La Central Cooperativa del Comercio" con ingreso por Chiclana 87, en los altos de la Casa Muñíz.


 El nombre se debía a su céntrica ubicación, a su funcionamiento como una cooperativa y que estaba destinado a hombres de negocio y del comercio, por eso se publicitaba como "casa especial para viajeros", ofreciendo higiene, economía y servicios.


 Se trataba de 98 habitaciones frente a la plaza principal, amobladas confortablemente, que disponían de luz eléctrica y calefacción a vapor con ascensor eléctrico a todos los pisos.


 Había además un servicio día y noche de baños fríos y calientes, peluquería, taller para limpiar y lavar la ropa, servicio de teléfono, sala de lectura para clientes y cooperadores, sin dejar de mencionar el buffet, atendido con rapidez y esperado servicio.


 Los departamentos para familias disponían de dos o tres piezas con vista a la plaza principal. También había otros especiales para oficinas y escritorios.


 En la planta baja del edificio se instaló la popular confitería "La Cosechera", que años más tarde se trasladaría a mitad de cuadra.


 Al poco tiempo de la inauguración, se alojó en el hotel Carlos Gardel "el zorzal criollo", quien vino a actuar en Bahía Blanca con José Francisco Razzano "el oriental", regresando en 1924.

"La Central Muñiz
Cooperativa del Comercio"





 En 1921, y con el afán de modernizar su negocio hotelero, Antonio Alvarez Muñíz inicia la construcción de un nuevo edificio contiguo al viejo en O'Higgins 23, con un costo de obra de $ 350.000, cuando la calle O'Higgins era "la Florida bahiense" y "la gran vía del sur".


 El arquitecto Guido Buffalini proyectó este edificio, que fue el primero de la ciudad en ser construido con un esqueleto completo de cemento armado, trabajo que realizó la empresa Dyckerhoff y Widmann.


 El viejo y el nuevo edificio se unieron y el domingo 1º de marzo de 1925, se realizó la inauguración con el nombre de "La Central Muñiz Cooperativa del Comercio", siendo su primer gerente Angel Martínez.


 El hotel no era de gran lujo, pero tenía una estética que lo distinguía en pleno centro de la ciudad.

Centro de reunión




 En el entrepiso había una confitería donde se ubicaban alrededor de una baranda, las mesas de ajedrez en las que aprendió a jugar el maestro Héctor Decio Rosetto, múltiple campeón argentino y tres veces campeón olímpico.


 También allí se fundó en 1929, la Asociación Bahiense de Basket-Ball, vaticinando tal vez el promisorio futuro de la ciudad en ese deporte.


 También fue el lugar de encuentro de republicanos y antimonárquicos españoles en la época de Alfonso XIII, sin olvidar la clásica la hora del copetín en La Central Muñiz, cuando se armaban amenas reuniones para animar el ambiente social de la ciudad.


 En los cuatro pisos del hotel había 66 dormitorios, 25 baños y toilettes, que con las habitaciones del edificio de la esquina hacían un total de doscientas.


 En el quinto piso funcionaba un gran comedor con capacidad para 300 personas, la cocina y dependencias. En este comedor solía almorzar el prestigioso aviador y escritor Antoine de Saint Exupèry.


 En el sexto piso se hallaban las dependencias de servicio, planchado, secadero y una amplia terraza.


 Todo el edificio estaba calefaccionado a vapor y por agua caliente. Tres ascensores de marca "Otis" comunicaban los pisos del hotel para el servicio de pasajeros y carga.


 En este nuevo Hotel Muñiz, Carlos Gardel se alojó por primera vez en 1930 y la segunda en mayo de 1933, oportunidad en que ocupó la pieza Nº 7.

Muere Muñiz




 El 28 de enero de 1931, aquejado por un inconveniente económico, don Antonio Alvarez Muñiz, el hombre considerado "modelo de laboriosidad, modestia y sencillez" y precursor del hotel, eligió morir, en virtud de un severo concepto del honor y de la fuerza de sus convicciones. La noticia de su fallecimiento conmovió a toda la comunidad bahiense.


 En el diario "El Hispano" del 1º de enero de 1931 podía leerse:


 "Falleció Don Antonio Alvarez Muñiz. Nunca se vio en Bahía Blanca una imponente manifestación de pena, como la exteriorizada el jueves en la recepción y sepelio de los restos del que fuera la personificación de la decencia, la hombría de bien y el anhelo del progreso".

El hotel más grande de la ciudad




 Desde 1925 y hasta 1936, el hotel integraba en su estructura al viejo y al nuevo edificio, llegando a ser el más grande que tuvo la ciudad.


 En 1936 el viejo hotel (el de la esquina), con ingreso por Chiclana 87, se separa del nuevo para convertirse en Hotel Central de Constantino Caunedo.


 El hotel pasó luego a llamarse "Nerva", siendo sus propietarios por un tiempo Cavana e Iglesias Gil. Luego fue regenteado por José Suárez acompañado por su hermano Zoilo y más tarde por su esposa Rosa María Hernández con quien construyó el Hotel Santa Rosa.

La confitería de la esquina




 Un párrafo aparte merece la Confitería del Hotel. En la planta baja de Chiclana y O'Higgins, donde había funcionado la "Librería y cigarrería Muñiz", se inauguró en 1930 el gran salón del Hotel Muñiz, que según la crónica de la época era "flamante, moderno, de sobria elegancia y con la más absoluta garantía de higiene".


 Antonio Muñiz decidió donar el 10% de lo recaudado en los doce primeros días al Hogar del Anciano, al Patronato de la Infancia y al Patronato de Menores Desamparados de Villa Harding Green.


 Un palco alto servía para la actuación permanente de una jazz-band, muy disfrutada en las tardes y noches de verano. En el subsuelo había una espaciosa sala de billares, con una sección de ajedrez y otros juegos de entretenimiento y cultura.


 En mayo de 1937 se inauguró en ese mismo lugar, la gran Confitería "Copacabana", cuyos propietarios fueron Cabirón y Canullo. Una puerta comunicaba la confitería con la planta baja del entonces Hotel Nerva, donde desde 1940 funcionó la peluquería y casa de lotería "La Central" de Guido Spagnoli.


 En 1944 cierran la confitería y la peluquería y se instala la tienda Famularo.


 El hotel, con frente sobre la calle O'Higgins, fue remodelado y ampliado en varias oportunidades. Hasta el 3 de diciembre de 1985 fue regenteado por la familia Muñiz, y a partir de entonces pasó a ser explotado por la firma "Transamericana de Hoteles y Turismo S.R.L", iniciándose una etapa de modernización. Se abren salones en la planta baja donde funcionó el famoso bar apodado "La cueva", y la confitería del hotel pasó a ocupar un lugar con vista a la calle, donde por muchos años funcionó la tradicional casa "Bonafide".


 El Hotel Muñiz es tradicional en la ciudad, y cuando alguien ingresa por su puerta giratoria, construida por el carpintero catalán Francisco Durán, aún puede respirar el ambiente de antaño en este edificio que forma parte del patrimonio cultural de la ciudad.

(*) Aerts es asesor de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Bares, Confiterías y Afines del Sudoeste de la provincia de Buenos Aires y miembro del consejo directivo de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la Argentina.




 Dozo es Licenciada en Historia y profesora del Instituto Pedro Goyena.