Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Género: ¿qué tan relegadas están las mujeres en el Poder Judicial?

Desde que se nombró al primer juez pasó más de un siglo para que hubiera una jueza.
(Fotos: Rodrigo García - La Nueva.)

Juan Pablo Gorbal / jgorbal@lanueva.com

   “Techo de cristal”. Así definen distintas teorías sociológicas a la segregación laboral que le impide a la mujer llegar a los puestos más jerarquizados en un pie de igualdad con los hombres. El techo es de cristal porque se trata de una barrera transparente e invisible pero sólida, construida a partir de restricciones estructurales.

   Mirá también: "Nunca me sentí discriminada"

   “La mayoría de las mujeres trabaja en ambientes ocupacionales diseñados por hombres y estructurados de forma tal que, a pesar de pretender la neutralidad de género, solo perpetúan las desigualdades”, asegura la investigadora Paola Bergallo.

   La política debió recurrir, casi de manera forzada, a la ley de cupos (la 24.012, en 1991), que establece al menos un 30% de presencia femenina en las listas de candidatos, aunque soportó embates de quienes la consideran -casi como efecto contrario- discriminatoria, por hacer prevalecer el género por encima de la idoneidad.

   Y está bien que los cargos se cubran por capacidad, aunque como reconoce el constitucionalista Roberto Gargarella, "el Derecho depende siempre del intérprete que 'lee' el Derecho", con lo cual es necesario tener tribunales más heterogéneos e inclusivos a fin de no tener miradas sesgadas.

   La administración del Estado, aun con evoluciones, todavía no pudo sortear determinados escollos que le impiden a la mujer equiparar la posición del hombre. Después de visibilizarse el #NiUnaMenos, y en medio de gritos sociales, especialmente del colectivo feminista, para alcanzar una justicia con perspectiva de género, quienes definen las acciones de ese Poder y resuelven nada menos que las sentencias son, en su mayoría, hombres. Cuanto más cerca del vértice de la pirámide, más masiva es la presencia masculina.

   “En un sistema en el que los hombres son el molde, las prácticas de reclutamiento, exigencias de ingreso, promoción y políticas de retención, a pesar de su pretendida neutralidad, privilegian a los candidatos por sobre las candidatas”, afirma Bergallo.

   Desde la vuelta de la democracia, en 1983, la mismísima Corte Suprema de Justicia, el máximo órgano judicial de la Nación, fue exclusivamente masculina hasta 2004, cuando se aprobaron los nombramientos de Elena Highton de Nolasco (se mantiene en el cargo) y Carmen Argibay (falleció en 2014). Antes solo existía el antecedente de Margarita Argúas, quien ejerció el cargo entre 1970 y 1973.

   Desde 1853, año en que la actual Constitución nombró al primer juez, pasó más de un siglo hasta que se designó a la primera jueza: María Luisa Anastasi de Walger, en el fuero Civil.

Las Cortes de las provincias no son excepción 

   Siete de las 24 Cortes provinciales están hoy integradas únicamente por varones: Chubut, Corrientes, Formosa, La Rioja, Mendoza, San Juan y Santiago del Estero. Las mujeres representan, en esos ámbitos provinciales, apenas el 26% del total.

   Los superiores tribunales que más mujeres tienen son el de la Ciudad de Buenos Aires y el de Chaco, con 3 jueces sobre 5. En Santa Cruz, la composición fue similar hasta agosto de 2016, cuando una de sus integrantes mujeres falleció y el puesto está aún vacante. Son los únicos casos donde el número de mujeres supera al de hombres.

   Chaco implementó en 2012 un sistema de concursos, similar al que rige a nivel nacional para los jueces de instancias inferiores. Los postulantes a jueces del STJ deben pasar por un concurso público y de antecedentes ante un Consejo de la Magistratura.

   Está claro que en las máximas instancias judiciales de la mayoría de los estados argentinos prevalecen ideas patriarcales y machistas. Tiempo atrás, el juez Miguel Ángel Donnet, del Supremo Tribunal de Justicia de Chubut, declaró que “la presencia de las mujeres oxigena mucho, pero se debe preparar porque no deja de ser mujer y tiene las responsabilidades de la casa, hijos, estudio”. Y unos años antes, en Tucumán, René Goane, juez de la Suprema Corte de esa provincia, aseguraba que "desde que se intensificó el ingreso de personal femenino (a las dependencias judiciales) se trabaja menos tiempo. Quieren entrar a Tribunales para tener la tarde libre”.

¿El freno en La Plata lo pone una mujer? 

   La Suprema Corte de Justicia bonaerense es presidida, desde el 18 de abril, por la única mujer que la integró en su historia, la doctora Hilda Kogan.

   La secretaría de Género de la Asociación Judicial Bonaerense (AJB) le planteó a Kogan dos proyectos relacionados con la problemática, aunque, según dicen, la magistrada -paradójicamente- "no da el ámbito para el debate”.

   “Lo que más nos preocupa dentro del colectivo femenino de la AJB es que tenemos una presidenta mujer en la Suprema Corte y no nos da cabida a dos temas importantes, como incluir la licencia por violencia de género para las trabajadoras judiciales y, por otro lado, crear lactarios en cada departamental”, explica Verónica Spoerle, secretaria de Género de la delegación Bahía Blanca del gremio.

   ¿Es por una cuestión presupuestaria o ideológica?, se le pregunta.

   “Creemos que por los dos aspectos. En el caso del lactario, no es tan oneroso, porque sería una habitación, con 2 o 3 sillones, un cambiador y una cocina, para que tenga un ámbito no solo la madre, sino el padre que desee darle el biberón a su hijo. Queremos hacerlo extensivo a las 19 departamentos judiciales. Hoy solo funciona en San Martín, Dolores y La Plata”, afirma.

   En esa misma linea, ratifica su idea de que "nuestra justicia es totalmente machista y patriarcal. Se ve en las sentencias, se revictimiza a las víctimas".

   Dentro del Poder Judicial -explica Spoerle- no hay cupos como en la política, aunque sí se respeta en la Asociación Judicial Bonaerense. “Igualmente, en casi todos los gremios, los secretarios generales son hombres. En nuestro caso, de 19 departamentales, solo Trenque Lauquen la conduce una mujer”.

   La estadística publicada en este informe, que da cuenta de la relación entre los cargos y el género en el Poder Judicial de la provincia de Buenos Aires, forma parte de un trabajo que la AJB difundió en un reciente encuentro provincial de las secretarías de Género.

   “Está a la vista que en los cargos superiores están cubiertos por hombres y que en las categorías inferiores se encuentra la masa más importante de las mujeres”, concluye.

“Marcada distancia entre el discurso y la práctica”

   La magister Pamela Tolosa no solo es, desde hace casi 3 meses, la primera decana del departamento de Derecho de la UNS sino que, en 2001, se convirtió en la egresada número 1 de esa carrera, que se puso en marcha en la ciudad durante 1996.

   Por su condición de género y especialista en la materia, es una palabra autorizada para referirse a la posición de la mujer en el ámbito judicial.

   “Existe una marcada distancia entre el discurso sobre perspectiva de género y la práctica en la Justicia y en todos los ámbitos, lamentablemente. Y todavía ni siquiera existe el discurso en algunos ámbitos”, afirma.

   Si bien los movimientos feministas funcionan desde hace casi 2 siglos, el debate sobre la igualdad de derechos entre hombres y mujeres -según Tolosa- todavía se presenta como una “novedad o tema de moda” en algunas instituciones.

   “En el Poder Judicial resulta particularmente notorio el fenómeno del 'techo de cristal': en algunos lugares la mayoría de los cargos letrados lo ocupan abogadas, o la distribución es paritaria entre hombres y mujeres, pero no hay juezas en los cargos de mayor jerarquía (tribunales de segunda instancia y superiores tribunales de provincias). La realidad de la Corte Suprema de Justicia de la Nación es un reflejo claro de este fenómeno: solo dos mujeres integraron el máximo tribunal del país en toda su historia”, señala.

   La decana cree que uno de los aspectos que demuestra la desigualdad real de oportunidades es que son muchas más las mujeres que los hombres que se gradúan en Derecho en todo el país.

   “Los factores que fomentan la desigualdad son diversos y la mayoría están culturalmente muy arraigados. El hecho de que se considere natural asignar la responsabilidad exclusiva o principal de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos a las mujeres, es uno de los factores relevantes. Y todavía eso ocurre. Para muchas mujeres el mayor avance en ese sentido ha sido lograr 'la ayuda' de sus parejas en esas tareas cuando salieron a trabajar fuera de sus casas. Y eso condiciona fuertemente a las mujeres en el mercado laboral y las posiciona en desventaja”, opina.

   - ¿A su juicio, qué ganaría la Justicia con una mayor penetración del cupo femenino?

   "En principio, sería garantizar la igualdad de derechos. El Poder Judicial debería tener una composición más igualitaria en los cargos jerárquicos porque se supone que lo integran hombres y mujeres de Derecho, que deberían ser luchadores por la igualdad en todos los ámbitos. Asimismo, una mayor presencia de mujeres en cargos jerárquicos incrementaría la probabilidad de garantizar políticas de género desde el Poder Judicial", dice.

   En ese sentido, marca dos antecedentes: la creación de la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, promovida por Carmen Argibay, y la creación de la Oficina de Violencia Doméstica, impulsada por Elena Higthon, que cumplen roles muy importantes en casos de violencia de género.

   “Además implicaría una mayor diversidad de criterios de decisión y mayor probabilidad de aumentar la perspectiva de género en las decisiones judiciales. Si consideramos que los justiciables son hombres y mujeres, ampliar la diversidad de argumentos y la perspectiva de género parece razonable. Sin embargo, la sola presencia femenina no garantiza la inclusión de perspectiva de género. El machismo no solo es cosa de hombres”, advierte.

   Por último, destaca el rol de la universidad en la formación con perspectiva de género, como espacio de capacitación y reflexión sobre los derechos de las mujeres.

   El departamento de Derecho de la UNS, junto con los colegios de Abogados y de Magistrados y la Secretaría de Extensión, implementó el Programa Género, Igualdad y Derecho, que apunta a la formación interdisciplinaria y a la reflexión. Participan estudiantes, graduados, magistrados y docentes.

Un vértice que es claramente masculino

   Los máximos órganos de la justicia bonaerense en Bahía Blanca son las Cámaras de Apelación en lo Penal y en lo Civil y Comercial. Cada una cuenta con dos salas y en total 10 jueces (6 en lo Penal y 4 en lo Civil). Son todos hombres.

   Apenas dos mujeres llegaron a esa instancia, ambas en el fuero Civil. Se trata de las doctoras Hilda Selva Vázquez de Fortunato y Cristina Castaño, quien se jubiló hace algunos años.

   Se equilibra la balanza, aunque con prevalencia masculina, en los tribunales y juzgados de primera instancia de todos los fueros, con la presencia de 20 jueces y 17 juezas. En el área de Familia hay preeminencia femenina, aunque solo 2 cargos están con titulares.

   En los juzgados de Garantías, encargados de regular los procedimientos durante la etapa de instrucción de las causas penales -como la conversión de aprehensiones en detenciones, la orden de allanamientos o el dictado de prisiones preventivas y/o sobreseimientos-, también prevalecen las mujeres, con 3 juezas en 4 cargos.

   Los tres tribunales en lo Criminal, dispuestos a juzgar los delitos más graves, están conformados, en total, por 5 hombres y 2 mujeres y hay 2 cargos vacantes, mientras que están parejos los 4 juzgados en lo Correccional (2-2), que resuelven hechos con penas de menos de 6 años de prisión.

   En el fuero de Trabajo también hay paridad (3-3), mientras que en los 8 juzgados en lo Civil y Comercial figuran 5 hombres, 2 mujeres y el restante está vacante.

   Lo más llamativo es cómo se invierte el posicionamiento femenino cuando se baja de categorías jerárquicas y se pasa a las de secretarios y auxiliares: las mujeres son casi el doble (80-45).

   Desde el Consejo de la Magistratura de la provincia de Buenos Aires -organismo encargado de la selección de las ternas de postulantes a magistrados que son elevadas al Ejecutivo- una fuente confirmó que no existe una estadística sistematizada sobre la cantidad de concursantes según el género, aunque especuló que es "bastante parejo" el número de hombres y mujeres que rinden.

   Sin embargo, el Consejo de la Magistratura lo integran 19 personas (presidente, vice y consejeros de los tres poderes y del Colegio de Abogados), de los cuales apenas 2 son mujeres.

La misma tendencia

Una de cada cuatro en el fuero federal

   En la órbita federal de la justicia bahiense hay dos jueces de primera instancia, un hombre (Walter López Da Silva) y una mujer (Gabriela Marrón), que está de licencia.

   Sin embargo, la Cámara Federal de Apelaciones solo tiene presencia masculina. El único titular de los 5 cargos es el doctor Pablo Candisano Mera, aunque las subrogancias son cubiertas por otros magistrados varones.

   La única mujer que ocupó la Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca es Elena Cora Gómez Martínez, quien ejerció entre septiembre de 1974 y marzo de 1976.

   En todo el fuero -contando las cámaras del interior, Seguridad Social, Contencioso Administrativo Federal, Penal Económico, Electoral y Federal de Casación Penal, entre otras- son 97 mujeres y 302 hombres.

   Es decir que de cada cuatro jueces federales, solo una es mujer. Lo informó la Asociación de Mujeres Jueces de la Argentina (AMJA).