Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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El día después

Escribe Luis Tarullo
El día después. Notas y comentarios. La Nueva. Bahía Blanca

En medio de densos conflictos irresueltos, como el de los docentes, y en la víspera de los paros de la CGT y las CTA, empiezan a desatarse, e incluso a definirse, otras batallas, como las paritarias.

Una de las negociaciones colectivas tradicionales, la de Comercio, culminó tal como quería el gobierno: 20 por ciento de aumento salarial en dos tramos no remunerativos que se incorporarán a los salarios hacia mitad y fin de año, respectivamente.

En suma, debido a ese mecanismo, la mejora real será de algunas décimas por arriba del 18 por ciento, el número mágico que adora la administración Macri.

Por ello apareció tan sonriente en la foto el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, en el momento del anuncio del acuerdo firmado por los eternos jefes del sindicato y de las cámaras mercantiles, Armando Cavalieri, Osvaldo Cornide y Jorge Di Fiori.

Seguramente no ha sido el mismo el rictus de ese y de otros funcionarios a la hora de enterarse del reclamo de la UOM, que pretende por lo menos un aumento salarial del 30 por ciento, o sea un 50 por ciento por arriba del límite que quiere imponerle la Casa Rosada a las mejoras salariales este año.

Dicho sea de paso, en paralelo, mientras Triaca se ve apurado por las circunstancias y los dirigentes que reclaman soluciones al gobierno y mediación urgente y eficaz para resolver los numerosos problemas del mundo laboral, su número dos, Ezequiel Sabor, se mueve con más comodidad y contención por parte de los sindicalistas.

A tal punto que el ex ministro de Trabajo de la ciudad de Buenos Aires fue uno de los invitados estrella al cumpleaños del gastronómico Luis Barrionuevo, quien lo tiene en su lista de destacados, y sigue siendo el preferido para las negociaciones cuando las cosas toman una temperatura elevada, como lo fue el reciente caso de los futbolistas.

En este marco, un punto a tener en cuenta en las negociaciones entre sindicatos y empresarios que se viene repitiendo de manera recurrente es la firma de aumentos no remunerativos por varios meses, algo que en realidad no condice con la legalidad, y que ha adquirido justamente validez de hecho.

La cuestión tiene un pecado original que permite detectar un perjuicio que salta apenas se subsana la urgencia: suele haber casos en los que la incorporación al salario de las sumas remunerativas implica que, por efecto de los descuentos de la seguridad social, el trabajador vea virtualmente licuado el incremento.

Dicho más directamente, el “aumento”, si no es significativo, podría terminar transformándose en neutro o hasta negativo y así el asalariado podría percibir un haber inferior al de meses anteriores.

Un verdadero dislate, pero hay este y muchos otros ejemplos para dar en el también dislate en el que se ha transformado el mundo laboral argentino, donde cuatro de cada diez trabajadores continúa estando en negro, lo cual significa una triste parodia en una economía que tiene veleidades de seria y así y todo pretende atraer capitales de a miles de millones.

En este panorama, continúa el goteo de cierre de fábricas o traslados de plantas a zonas más favorables, generando suspensiones y despidos que, sobre todo en el interior, provocan remezones importantes con consecuencias sociales irreversibles si no aparecen los remedios inmediatos que no sean los subsidios.

Y la Unión Industrial Argentina (UIA) dio estos días una visión al menos preocupante sobre el sector, al informar sobre una retracción importante en la actividad del sector.

Así, se va desandando el derrotero hacia los días de las huelgas de las centrales sindicales, que según admiten los dirigentes no será motor de cambio sino expresión de demanda, queja y desahogo.

El único problema -del gobierno, de los sindicatos, de los empresarios…, en suma, de los que tienen el poder para cambiar las cosas- es el día después.