Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

Amenazas a la paz

Escribe Emilio J. Cárdenas
Amenazas a la paz. Notas y comentarios. La Nueva. Bahía Blanca

Con alguna asiduidad, el secretario de Defensa de los Estados Unidos, Jim Mattis, señala al Comité de Defensa de la Cámara Baja norteamericana cuales son, en su entender, los peligros que amenazan a su país.

Esa opinión toma rápidamente estado público y es, además, objeto de análisis y comentarios por parte de los medios de comunicación.

Hace muy pocas semanas se definió como principal peligro externo de los Estados Unidos al extraño régimen de Kim Jong Un, el presidente de Corea del Norte, asignándole específicamente el carácter de tal cuando de paz y seguridad se trata en la respectiva lista corta norteamericana.

Desde comienzos de año, Corea del Norte reemplazó a la Federación Rusa al tope de ese preocupante listado.

La razón invocada fue el número -realmente sin precedentes- de ensayos y pruebas nucleares y con distintos tipos de misiles de largo alcance que están siendo realizados por el llamado “país ermitaño”, precisamente por su actitud de total aislamiento.

A lo que el mencionado Mattis definió como conducta “provocadora y e ilegal”, adoptada pese a las distintas sanciones con las que ya se penaliza a Corea del Norte, por esa misma razón. A la que se suma la preocupación de muchos por los llamados “ciberataques” que cada vez con mayor frecuencia se originan desde el norte de la península coreana.

Lo cierto es que hoy Corea del Norte es observada con enorme detalle para tratar de determinar si su capacidad misilística real incluye, o no, la atemorizadora posibilidad de instalar en los respectivos vehículos pequeñas cabezas nucleares. Que es ciertamente la razón por la cual, respecto de Corea del Norte, Donald Trump ha dado por terminada la política de “paciencia estratégica” que caracterizara a su predecesor, Barack Obama.

En la mencionada lista corta aparecen no sólo Corea del Norte y Rusia, también están incluidos China e Irán, país, el último de ellos, que ahora –por sus propias razones- parece concentrar buena parte de la atención en esta delicada materia.

La política exterior de Donald Trump, definida por él mismo, como “Primero América”, no es precisamente un andarivel fácil para implementar acciones comunes respecto de los peligros antes referidos. Por ejemplo, para poder moderar la actitud belicista de Corea del Norte la posibilidad de un andar conjunto con China y Rusia ayudaría enormemente.

Pero hace falta una acción coordinada y un mínimo de confianza y cooperación entre las partes, que hasta ahora no parece existir. Y que mientras la idea sea “primero yo”, no será tarea simple.

Helados en Venezuela

La bonita ciudad de Mérida, en Venezuela, tiene faldas de montañas, espacios verdes, un centro colonial imponente, y gente famosa por abierta y hospitalaria. Pero ya no tiene helados. Pese a que en esa ciudad, precisamente, está emplazada una de las heladerías más renombradas de Venezuela, “Coromoto”, que hasta no hace mucho ofrecía nada menos que 600 variedades diferentes de helados. Una selección fenomenal, que la había puesto nada menos que en el propio “Guiness Book of Records”, desde que era el record mundial de oferta de distintas variedades de helados.

En la Venezuela de Nicolás Maduro aquello de que “todo tiempo pasado fue mejor” es una constante. También en materia de helados. Porque quienes los fabrican no consiguen materias primas para elaborarlos.

No es sorprendente, en Venezuela ya no hay casi nada. Ni azúcar, ni leche. Por eso, 10 heladerías de Mérida están cerradas. Las que quedan tienen inventarios muy menores. Y el consiguiente nerviosismo e inestabilidad. Algunas heladerías muy conocidas, como “Vivaldi”, tras operar unos veinte años en el mercado, decidieron cerrar para siempre.

Trabajar es, en la Venezuela de hoy, toda una aventura, con riesgos serios. Por esto las huidas. Después de tener los heladeros que soportar una impresionante caída de ventas, este año, del orden del 40%. Ocurre que la pobreza no permite mantener el consumo de helados, como si se tratara de un gasto suntuario en Venezuela.

Todo lo dulce se está acabando rápidamente en Venezuela. En paralelo, la libertad, sin la cual la vida misma es muy amarga, también está escaseando cada vez más. Desde afuera, esto es bien triste. Desde adentro, seguramente una profunda tragedia para quienes tienen que vivirla.