Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Lisandro Victoria, el restaurador de "fierros"

Es fotógrafo y, en sus tiempos libres, compra, restaura y vende autos antiguos y bicicletas “tuneadas” a pedido. “Soy de los que levantan cosas en la calle que otros descartan”,cuenta.
Otra “joyita” en armado. La bicicleta es un modelo típico de los años 60- 70 del Ejército.

Por Laura Gregorietti / lgregorietti@lanueva.com

Tableros de autos viejos, pósters, autitos de colección, radios viejas, patentes, volantes. El rincón “fierrero” de Lisandro Victoria (40 años) trasluce una pasión que ha cultivado con los años.

“Es un gusto que heredé de mi papá. El hacía restauraciones y siempre admiré la garra que le ponía a cada trabajo que hacía”, cuenta Lisandro Victoria en su especie de “casa museo”.

Mientras recuerda que “disfruta mucho el proceso de transformación de las cosas que le encargan”, cuenta que hace poco armó una bici “pedida de manera especial”, con los diseños de la camioneta hippie (llamada “The Mystery Machine”) que tiene Scooby-Doo y su pandilla en los dibujos animados,

Si bien es una actividad que lo apasiona, Lisandro es fotógrafo y tenía una casa de revelado de fotos por lo que llegó a dedicarse a esto casi por casualidad.

“Progresivamente, la gente ha dejado de revelar sus fotos. Las deja en el teléfono, las pasa a la computadora o a un CD y las ventas comenzaron a bajar. Yo arranqué con el negocio en la época de las máquinas con rollo y la verdad, no me gustaba para nada mezclar los rubros, pero por pedido de mi mujer, empecé a sumar cosas de librería y juguetería para vender. Y un día traje un triciclo y luego me preguntaron por bicis. Y el que no llegaba a pagar una nueva me traía una usada como parte de pago que yo restauraba, y luego vendía”.

Miembro del Club de Autos Antiguos, Lisandro ya tiene en su haber varios “fierros” restaurados. Un Fiat 1500, un Gordini y entre 35 y 40 bicicletas. Entre ellas, varias “Auroritas” de los años 80.

“Algunos de los restaurados son a pedido, como la bici que mandé a una clienta a Hilario Ascasubi, con un canasto con flores, símbolos de la paz y un asiento medio hippon que emulaban los diseños de la camioneta de Scooby-Doo”.

Entregas “impecables”

“Los autos los tengo dos o tres años y luego los vendo. Algunos los voy a buscar afuera de la ciudad y los vendo en otra punta del país. Los entrego impecables, listos para andar, hasta con la VTV”.

Entre los autitos de colección que guardó desde su infancia, hay radios de toda clase y tamaño, alguna cámara de fotos -“tenía cerca de 60 y con cada robo al negocio me fueron desapareciendo”- y una bicicleta con cierto aire a la que usaba Roberto Benigni en La Vida es Bella, y que está siendo armada en partes.

“Es una bici típica de los años 60, 70 del Ejército pero que se fabricaron en todos lados. Esta tiene un cuadro que compré yo, la parte delantera pertenece a una playera, los faroles y el espejo los encontré en un ciclismo que cerraba y el farol de atrás, es de un Ford-A, nada que ver con la bici. Las ruedas las tuve que traer de Buenos Aires y estoy pensando en armarle un sidecar, de chapa o de mimbre, aunque sea para llevar a pasear a la perra, porque una persona es un peligro hoy en día”, explica entre risas.

A tiempo completo, en 10 o 15 días, dice que tiene una bici armada.

“Con los autos es más díficil, no solo por el tiempo sino porque la inversión es muy grande de entrada y con las bicicletas ganás el cien por cien. Además, trayendo los insumos de Buenos Aires pagás menos. Hay cosas que conseguís a mitad de precio y si hacés un pedido grande, tenés más descuento todavía”.

El taller puertas adentro

El Renault 4 “Parisienne”

Lisandro reconoce que el problema más grande de un auto antiguo reciclado es encontrar alguien que pague su verdadero valor final.

"En este momento tengo un modelo raro en plena restauración. Es un Renault 4 descapotable, con techo de lona como el Citröen. Se hicieron solo 80 en la Argentina, el modelo se llama Parisienne y fue concebido en Francia con diseños y como un modelo exclusivo para que lo use la mujer". Dar con un modelo así, que además tuvo un solo dueño y el motor hecho a nuevo, asegura que no pasa todos los días.

"Lo encontré en un campo de Guatraché, arrumbado en un galpón. De adentro estaba impecable, pero con la pintura a la miseria y algunos golpes, producto de una viga que se le había caído encima. Solo la pintura costó unos 35 mil pesos, por eso el costo final del auto suele ser mucho más alto".

Si bien si antiguo dueño consideraba que "era un pedazo de chatarra que estaba destinado a un desarmadero de Bahía" Lisandro pagó 7 mil pesos por él.

"En sí este modelo, a mi gusto, es bastante feo. Lleva en los costados y la puerta trasera una especie de esterilla o mimbre adherida. Y había otro modelo que tenía un cuadrillé escocés. Era un diseño muy femenino que en Francia tuvo mucho éxito. Por eso quiero dejarlo así, tal cual como fue concebido en la fábrica para luego venderlo", concluyó.