Memorial que evoca el recorrido previo a la muerte
-
- copiado al portapapeles
-
- copiado al portapapeles
Mario R. Minervino
mminervino@lanueva.com
El mundo sigue construyendo monumentos y memoriales para que los acontecimientos que registra la historia no se pierdan en el olvido. Para que las nuevas generaciones tomen conciencia de los hechos ocurridos, para reflexionar sobre los mismos y, sobre todo, aprender de ellos.
Entre las obras que más se han erigido en las últimas décadas, son muchas las dedicadas a evocar componentes de la Segunda Guerra Mundial, un enfrentamiento que costó la vida a millones de personas y que incluye páginas tan dolorosas como el holocausto judío y una bomba nuclear de Japón.
El memorial es hoy una de las modalidades más difundidas. La palabra refiere a un “monumento conmemorativo”, un lugar cuya función es conservar la memoria de un hecho.
Entre las distintas formas están los elementos más visuales del paisaje urbano o estatuas, incluso parques, como los que preservan antiguos campos de batalla.
En el diseño arquitectónico de este tipo de objetos se denotan facultades como el ejercicio de la memoria y la aplicación del recuerdo.
El holocausto
En 1938 la comunidad judía de Italia comenzó a sufrir las leyes antisemitas impuestas por Alemania que comenzaron a aplicarse con la ocupación nazi del norte de Italia, en 1943, año en que empezaron las deportaciones a los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau, las cuales llevaron a la muerte a unos 8.000 judíos italianos.
Para conmemorar este genocidio la obra recurre a la fuerza simbólica de dos estelas de acero de 10 metros de altura, cuya piel, rígidamente modulada, evoca las literas de madera donde se hacinaban los condenados.
Esas estelas quedan separadas por un paso cuyo ancho se reduce desde los 1,60 metros hasta los 80 centímetros del punto más estrecho.
El efecto así conseguido en quienes caminan por ese pasillo se refuerza gracias a una cuidadosa selección de los materiales del zócalo. Por un lado, grava que produce un ruido característico al ser pisada; por el otro, planchas metálicas que evocan las traviesas por las que rodaban los vagones de la muerte. Todo acompañado de un sistema de iluminación que acentúa el carácter dramático.
El memorial no evoca de manera directa el horror vivido por quienes pasaron (y no salieron) por el campo. Pero generan un sentimiento que abruma y conmueve.