Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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La Basílica de San Francisco, bien porteña

Un verdadero ícono turístico de la historia porteña va cobrando vida. Ya se consolidó la cúpula y la mampostería y se sacó gran cantidad de sedimento.
La Basílica de San Francisco, bien porteña. Turismo. La Nueva. Bahía Blanca

La basílica de San Francisco, la más antigua de Buenos Aires y una de las más visitadas por turistas y vecinos en el casco histórico porteño, que junto al convento de Santo Domingo recibió el terreno donde se levantó de manos de Juan de Garay en 1583, en el barrio porteño de Monserrat, comenzó a ser restaurada a como era en 1827, tras ser ser reacondicionada en 1907, quemada en 1955 y pintada en 1960.

El templo donde se aclamó a Juan Lavalle tras el fusilamiento de Manuel Dorrego por ser el edificio más grande de la ciudad en su época, será sometido a un trabajo de "puesta en valor" pero no a como fue en el siglo XVII, cuando se levantó en la colonia con adobe y techo de paja, sino al estilo neoclásico italiano, como se la hizo tras el derrumbe que sufrió en 1807.

Las tareas a cargo de la Dirección Nacional de Planificación y Ejecución de Proyectos del Ministerio del Interior comenzaron el primer día hábil del año con la quita de los andamios que protegían a los peatones y la colocación de la nueva estructura para llegar a la cúpula y a los techos.

Aún así, hoy se puede visitar el museo del convento acompañados de Alejandro Cáceres, el encargado de realizar las visitas guiadas de lunes a viernes, de 11 a 17, a un valor de 15 pesos, mientras que los templos --uno se puede visitar-- son conducidos por el guardián Jorge Bender, de la orden franciscana.

El ingeniero Guillermo Coll, director del área ministerial, detalló que lo primero que han hecho desde el obrador instalado en el atrio fue asegurar "la cubierta exterior y la impermeabilización" del edificio, para después comenzar a intervenir la nave principal, azoteas y cúpula.

Los turistas pueden ver hoy la fachada de la basílica y la Capilla de San Roque, las dos torres del frente que sufrieron la transformación de neoclásico a barroco bávaro en 1907, donde sobresale el grupo escultórico del patrono, Cristóbal Colón, Dante Alighieri y el pintor Giotto, todos miembros de la orden, mientras no se puede entrar al templo mayor por el trabajo de los albañiles.

En gran parte de las paredes los restauradores iniciaron los trabajos de "cateo" que implica levantar las pinturas más modernas a las más antiguas y más dañadas para determinar cómo eran en 1827 y entonces, a instancias de la Comisión Nacional de Monumentos, del ministerio de Cultura, se decidirá como se desarrollarán las tareas de puesta en valor.

El arquitecto Eduardo Zawoioski, coordinador de la dirección nacional de Planificación y Ejecución de Proyectos, de la subsecretaría de Obras Públicas, agregó que trabajan en la recuperación de la Capilla de San Roque, donde se deben sanear las paredes, revisar la mampostería y consolidar la cubierta.

Las primeras tareas incluyeron limpiar los desagües y lograr la aislación hidraúlica de los dos edificios ya que, detalló, "las filtraciones de arriba y de abajo dejaron los muros embebidos, con mucha humedad y ahora hay que secarlos". El cateo que terminará en estos días permite establecer que tanto afuera como adentro del edificio "en el siglo XIX no se usó pinturas en las paredes, sino un revestimiento simil piedra, estufado, hecho con un mortero diferente al que se usa en estos años y dorado a la hoja".