Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Tailandia no deja de sorprender

En este exótico país de Asia siempre se descubrirá algo nuevo, como meditar en un templo budista o aprender el arte de su picante comida en un hotel de lujo.
Tailandia no deja de sorprender. Turismo. La Nueva. Bahía Blanca

Corina Canale

corinacanale@yahoo.com.ar

En el norte de Tailandia, nación del sudeste asiático donde los reyes eran los “Señores de la Vida”, está Chiang Mai, la “ciudad nueva”, cuya gente es naturalmente alegre y cree que cuando partan de este mundo regresarán a él encarnados. No saben en qué, y tampoco les importa.

Chiang Mai fue fundada por el rey Mengrai en abril de 1296 como la capital del Reino Lanna, luego de consultar con dos monarcas amigos cuál era el mejor lugar. No saben por qué eligieron las orillas del río Ping. Tampoco les importa.

Tal vez fue porque el fértil valle del río, rodeado de colinas y arrozales, era importante lugar de encuentro de las rutas comerciales por las que pasaban los mercaderes con sus caravanas de camellos.

Chiang Mai es actualmente la ciudad más visitada del norte del país, a la que el rey Mengrai rodeó de murallas y de un foso, para protegerla de las invasiones birmanas. De aquellas murallas quedan pocos tramos, y el foso, por el que corre agua, marca el límite entre la ciudad vieja y la nueva.

La vida comienza temprano en esta ciudad que está a 700 kilómetros de Bangkok, la capital del país, donde sus amaneceres son brumosos y húmedos. A esa hora los comerciantes ya están en los puestos de los mercados y sólo se escucha el ruido de los “tuk tuk”, las motos de tres ruedas, más rápidas y económicas.

Los mercados venden la mejor seda del país, ya que Chiang Mai estaba en la Ruta de la Seda, y hay fábricas donde se ve el trabajo de las orugas.

La ciudad es famosa por sus artesanías de madera, cerámica, bambú, arcilla cocida y plata, muchas de ellas realzadas con laca, y lo que más buscan las mujeres: los sarongs, o pareos de seda.

Recorrer un Night Market no sólo es encontrar las mejores imitaciones de zapatos, carteras y ropa de marca, sino raros Budas, como el Buda que Ríe, que no es el Buda Histórico.

El académico Bodhipaksa aclara que el Buda que Ríe, o Buda Gordo, es como Santa Claus: un personaje de cuento basado en un personaje histórico como fue San Nicolás.

La experiencia de montar un elefante asiático es algo para no perderse. Para los tailandeses son sagrados y una gran ayuda en las tareas de construcción. Luego de bañarlos en el río se los prepara para los shows musicales, los bailes y para los dibujos que realizan con sus trompas.

Después comienza el paseo, con el guía montado sobre la cabeza del animal, atravesando bosques y arrozales.

En las aldeas de las montañas del sudeste asiático habitan las etnias tribales, pueblos originarios de China, que se desplazan desconociendo las fronteras que trazan los hombres.

La aldea Hmong es la más cercana y perdió cierta autenticidad, aunque aún conserva algo de la vida tribal, y en el Jardín Botánico Reina Sirikit están los cultivos de orquídeas, exóticas flores de las que hay 1.500 especies, que también se encuentran en las granjas, junto a los recintos de mariposas.

En el Wat Phra Sing, templo del año 1345, está la imagen del Buda Phra Phutthasihing, donde del 13 al 15 de abril se celebra el Songkra, el Año Nuevo Tailandés, porque en abril murió Buda. En la fiesta se arroja agua, el gran símbolo de la purificación.