Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Ilhéus, la ciudad de Jorge Amado

La ciudad natal del escritor Jorge Amado se propone recuperar el esplendor de comienzos del siglo XX, tiempos signados por la riqueza de las plantaciones de cacao.
Ilhéus, la ciudad de Jorge Amado. Turismo. La Nueva. Bahía Blanca

Corina Canale

corinacanale@yahoo.com.ar

En Ilhéus, al sur de Bahía, nació el amor de la mulata Gabriela y el árabe Nacib en la temporada de lluvias de 1925, que no cesaba de descolgar agua sobre las plantaciones de cacao. De esa historia nació la tonada que dice “olor de clavo, color de canela, yo vine de lejos a ver a Gabriela”.

De que el cielo dejará de chorrear agua dependía la zafra que desvelaba a los coroneles, apelativo de quienes tenían dinero y poder. Del cacao dependían los buenos colegios para los hijos y los costosos muebles que las esposas traerían de Río de Janeiro.

Por eso, el amor de la mulata y el árabe, que Jorge Amado, el hijo pródigo de Ilhéus ,relata en su libro de 1958 “Gabriela, Clavo y Canela”, también cuenta aquellos esplendores de principios del siglo XX.

En esa obra recoge detalles de su infancia en Ilhéus, que ayudan a comprender el Brasil de esos tiempos, donde alumbraron las luchas entre campesinos y coroneles y donde Amado mezcla la narrativa con la política y logra, en 1945, una diputación por el Partido Comunista.

La historia del cacao comenzó en 1754 cuando Portugal dejó de reconocer las capitanías hereditarias y las semillas llegaron desde los cultivos de Pará que el francés Louis Warneaux tenía a orillas del río Pardo.

Y en 1820 los colonos alemanes cultivaron cacao y comenzaron su comercio, negocio al que se unieron los brasileños a fines de ese siglo. Pero la prosperidad no era infinita; en 1980 una maligna plaga agrícola, la “plaga escoba de bruja”, arrasó los cultivos. También ayudaron las sequías, que desgarraban la tierra, y los descuidos de los hacendados, dormidos sobre glorias pasadas.

El hongo afectó el crecimiento de las plantas y la sequía del año pasado terminó con las últimas plantaciones. Entonces, aquel refrán que dice “después de cada tormenta sale el sol”, fue el impulso que los “cacaoteros” necesitaban para recuperar la Ilhéus que fue la gran “Ruta del chocolate”.

La recuperación comenzó en Río do Braco, con un restaurante de comidas típicas en el galpón donde se almacenaban los costales de cacao, para atraer a gente de los alrededores.

La idea es que los jóvenes vuelvan a plantar cacao y producir chocolate de origen. Ilhéus ya no es el primer productor mundial, ahora superado por Costa de Marfil. Una ciudad donde aún se percibe la enorme simbiosis entre Amado y el cacao.

Por eso, en la recuperación turística de Ilhéus se juega el prestigio del escritor, cuyos libros son famosos en el mundo. Desde “Doña Flor y sus dos maridos” y “Teresa Batista cansada de guerra”, hasta “Tierras del sinfín” y “Capitanes de Arena”, todas sus obras reflejan la vida de Bahía. La Casa-Museo de Amado llegó a su padre, Joao Amado de Farías, cuando la fortuna lo había abandonado; pero un azaroso golpe de suerte le permitió comprar la casa donde el hijo escribió “El País del Carnaval”.

Cerca de allí está el Bar Vesubio, que dos italianos fundaron en 1920, y en cuya terraza, sentado a una mesa y pensativo, está el escritor. Viste una remera de colores.

Más tarde, un libanés compró el bar y su mujer, una mulata bahiana, era la encargada de cocinar. De ellos y de su enorme poder de observación, y gran imaginación, nacieron Gabriela y Nacib.