Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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La situación en Venezuela, ¿un dilema insoluble?

Escribe Alberto Buela

Una situación dilemática se produce cuando las alternativas ante la situación conducen a la misma conclusión o son igualmente buenas y malas.

Jorge Joaquín Martínez, a quien no tengo el gusto de conocer, y además los Martínez son muchos, volcó en una carta de lectores una breve pero brillante meditación sobre Venezuela.

Primero, afirmando como Noam Chomsky que su régimen es un desastre, pero que no se les vaya a ocurrir a las fuerzas armadas dar un golpe de Estado porque en ese caso serán demonizadas por el mundo massmediático internacional y terminarán siendo los auténticos derrotados de ese conflicto.

Entonces nos preguntamos qué cabe esperar, cuáles son las salidas posibles para este dilema.

¿Que Maduro se transforme súbitamente en un estratega como Bismark o como De Gaulle?

¿O qué Venezuela se desangre y se hunda en el pozo negro de la nada?

Todo indica que es más probable lo segundo que lo primero. Antecedentes no faltan.

El régimen soviético tardó nada menos que setenta años en disolverse y lo hizo a través de una implosión interna producto de sus propias e insostenibles contradicciones.

Su costo fue de cuarenta millones de muertos.

La historia reciente nos enseña que el marxismo, el comunismo, el castrismo, incluso el socialismo, no dejan nunca el poder sin que se produzcan costos realmente altísimos en vidas.

Hay que recordar el récord que estableció del Pol Pot en Camboya que asesinó en noventa días dos millones y medio de personas.

Venezuela lleva solo ciento treinta. Cabe esperar muchos más muertos en un futuro más o menos próximo.

Mauricio Macri, ingenuamente, piensa que Maduro no puede dormir por los muertos que caen en su conciencia, sin darse cuenta que el marxismo, el comunismo, el castrismo e incluso el socialismo son, antes que nada, anticristianos y, por lo tanto, los hombres no son personas sino solo individuos, engranajes de la revolución, de los que no se sienten responsables.

Los valores que mueven a los mass media internacionales son dos: en economía el libre mercado y en cultura, la izquierda progresista.

Y el régimen de Maduro cumple con ambos a rajatabla.

Le vende su petróleo a los Estados Unidos y, de la mano de los cubanos, proclama el socialismo del siglo veintiuno.

Muchachos, los venezolanos están muy complicados.