Detrás de las huellas

David Roldán

droldan@lanueva.com

Quién no se ha apartado, alguna vez, de las rutas, seguramente se estará perdiendo una gran oportunidad: la de conocer el interior del interior.

Es común que, saliendo de Bahía Blanca tomemos cualquier ruta pavimentada y busquemos nuestro destino, muchas veces sin adoptar la sana alternativa de mirar por las ventanillas.

Se trata, casi siempre, de acelerar para que el tiempo pase lo más rápidamente posible. Y el tiempo pasa como tiene que pasar.

Esa ya es una ocasión en la que no advertimos, por aquí, lo que nuestra llanura nos presenta. Una pena.

Lo que no solemos hacer es desviarnos un rato del pavimento y seguir lo que nos indica cualquier cartel, generalmente vencido o desdibujado por el paso del tiempo.

Entraremos en algunas huellas no siempre en buen estado para circular, pero haciéndolo con paciencia comenzaremos a observar paisajes que nunca imaginamos.

Extensiones sembradas, pasturas interminables, arboledas añejas, lagunas insospechadas y pequeños arroyos que descienden de las sierras siguiendo la pendiente.

Colores muchas veces diferentes y también un aire puro que el viento acerca hasta nuestros sentidos.

Tantas son las postales como las huellas que se apartan de una ruta. Donde el sonido del silencio es único, cortado a veces por el canto de los pájaros.

Busque las huellas. Se sentirá diferente.