Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Un mensaje de vida ante tanta locura

Alrededor de cincuenta escalones hacia el precipicio de su vida descendió Emanuel Balbo. Entre golpes, escupitajos e insultos.

Semejante tortura hacia la muerte, se debió supuestamente por no ser hincha de Belgrano -cuya hinchada llenó las tribunas del estadio Mario Alberto Kempes- sino de Talleres.

Pero la realidad era muy diferente...

Balbo fue a presenciar el clásico de la ciudad mediterránea aferrado a su simpatía por la casaca celeste. Y quien lo ubicó en forma premeditada y con alevosía en la vereda de enfrente no fue otro sino quien había terminado con la vida de su hermano, tres años antes, durante una picada de autos en la periferia cordobesa.

El sujeto, al ser reconocido e increpado por Emanuel, echó a andar a los gritos eso de "este es de Talleres, este es de Talleres". Un perfecto HDP.

***

Dos días antes, en medio de la adrenalina que tejían los medios cordobeses por la vuelta de tan convocante clásico futbolístico, en este caso con la presencia sólo de adeptos al Pirata, el DT auriazul Frank Kudelka le puso una gran dosis de sentido común y humanidad a la picadora de carne que le proponían los periodistas, con preguntas tales como "¿este es un partido de vida o muerte?", "¿sus jóvenes jugadores podrán soportar tamaña presión?".

Kudelka, entonces, respiró hondo, masticó un poco la respuesta hasta que por fin habló:

"Este partido no se trata de ninguna tragedia. A estos chicos que yo tengo la fortuna de poder dirigir les digo que no hay que tenerle miedo a tomar decisiones. ¿Saben cuántos chicos de 20, 21 años tienen que mantener a sus familias? ¿Cuántos no tienen ni para comer y frente a las condiciones sociales que padecemos en nuestro país nadie los ayuda, no les dan educación, no les brindan posibilidades? ¡Eso es tener necesidad! Eso es un caso extremo, no un partido de fútbol. Por eso, a mis chicos, les digo que tomen decisiones, con responsabilidad, pero siempre desde la tranquilidad. Y que disfruten poder estar ahí; en ese lugar de privilegio".

***

Dos caras. Una nefasta, la otra gratificante. Ambas surgidas del clásico cordobés del fin de semana pasado.

Como si fuera el resultado final de un partido que se jugó y, al final, poco importó.

Fue 1 a 1.

1 a 1 como esos mensajes tan contundentes.

Por un lado el que dejó la barbarie. La locura que armó un delincuente con decenas de cómplices, enmascarados con ropas de hinchas.

Y, por el otro, el de alguien que cultiva un enorme sentido formativo. Cuya voz quedó llamativamente perdida en la maraña mediática de los Boca, River y otra muerte absurda en una cancha de fútbol.

Mientras tanto, el “siga siga” no da tiempo para más análisis ni duelos.

Ya arrancó una nueva fecha...