Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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El malón del 19

Escribe Mario Minervino

Hace 158 años, en mayo de 1859, la ciudad sufrió el ataque del cacique Calfucurá, quien logró llegar con sus fuerzas casi hasta la Plaza Rivadavia. Conocida como “El último malón”, la acción fue controlada finalmente por las fuerzas locales.

El “gallego” Angel Mora había advertido, la noche anterior, sobre llamativos movimientos en las afueras del fuerte. José Orquera, comandante del fuerte, aseguran que no tomó demasiado en cuenta sus palabras.

A las 3 de la madrugada, el griterío de tres mil lanzas ingresando al poblado daba cuenta de su error.

Los atacantes vinieron desde el norte, rumbo al centro. A su paso, prendían fuego los techos de paja de los ranchos de adobe y arreaban caballos y ganado.

La Legión Militar, que se alojaba en el edificio ubicado donde hoy está el palacio municipal, fue la primera en reaccionar, dirigidas por Juan Bautista Charlone.

El encuentro fue en Zelarrayán y 19 de Mayo, donde los invasores se habían detenido a saquear el bar de Francisco Iturra.

Minutos después, los granaderos a caballo y la Guardia Nacional ensayaron un rodeo por las calles 12 de Octubre y Perú, atacando por la retaguardia.

La lucha fue, de acuerdo con diversas crónicas de los hechos, intensa y corta. Cuando amaneció, las calles estaban cubiertas de cadáveres.

Las bajas fueron disímiles: los indios sufrieron la pérdida de doscientos hombres; las fuerzas de la fortaleza, de apenas tres.

Los soldados llevaron los cadáveres a la Plaza Rivadavia, donde fueron apilados y quemados. A los pocos minutos, el juez de Paz pidió que se suspenda ese accionar, “que la ciudad observa con horror”.

Los ataques furtivos de las distintas tribus al pueblo se sucedieron durante los siguientes 20 años.