Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

El sueño de un paraíso

No siempre el paraíso está muy cerca.
Tampoco, a veces, es de acceso tan simple.
Esto puede suceder cuando uno viaja a Brasil, país que nos deslumbra para la innumerable cantidad de playas que se encuentran diseminadas a lo largo de un territorio tan amplio como variado.
Es que en ambos laterales de los pequeños morros que ingresan en el mar, se ubican espacios más o menos anchos que siempre nos dan la oportunidad de disfrutar.
Arena blanca, aguas cálidas, oleaje variado y en ciertas ocasiones inexistentes en verdaderas piletas cristalinas protegidas del mar abierto.
Llegar allí es deslumbrarse al advertir la variedad de colores de una vegetación tan densa como típica que queda a nuestras espaldas cuando perdemos nuestra mirada en la lejanía.
Silencios extensos, sólo entrecortados por algún pájaro lleno de  pinceladas multicolores.
De verdad que dan ganas de dejar todo lo que uno ha venido haciendo hasta ahora, meterse en una pequeña cabaña y comenzar a experimentar otras sensaciones.
¿Por qué no acostarse sobre la arena y cerrar los ojos, como la mejor forma de suponer que estamos viviendo un sueño?
Hemos llegado a un paraíso cuya existencia ignorábamos.
El tiempo se ha detenido y parece no avanzar.
La tarde nos seduce con los rayos de un sol claro pero no ardiente.
Nos tenemos que ir. Una pena. El crucero nos espera...

No siempre el paraíso está muy cerca.

Tampoco, a veces, es de acceso tan simple.

Esto puede suceder cuando uno viaja a Brasil, país que nos deslumbra para la innumerable cantidad de playas que se encuentran diseminadas a lo largo de un territorio tan amplio como variado.

Es que en ambos laterales de los pequeños morros que ingresan en el mar, se ubican espacios más o menos anchos que siempre nos dan la oportunidad de disfrutar.

Arena blanca, aguas cálidas, oleaje variado y en ciertas ocasiones inexistentes en verdaderas piletas cristalinas protegidas del mar abierto.

Llegar allí es deslumbrarse al advertir la variedad de colores de una vegetación tan densa como típica que queda a nuestras espaldas cuando perdemos nuestra mirada en la lejanía.

Silencios extensos, sólo entrecortados por algún pájaro lleno de pinceladas multicolores.

De verdad que dan ganas de dejar todo lo que uno ha venido haciendo hasta ahora, meterse en una pequeña cabaña y comenzar a experimentar otras sensaciones.

¿Por qué no acostarse sobre la arena y cerrar los ojos, como la mejor forma de suponer que estamos viviendo un sueño?

Hemos llegado a un paraíso cuya existencia ignorábamos.

El tiempo se ha detenido y parece no avanzar.

La tarde nos seduce con los rayos de un sol claro pero no ardiente.

Nos tenemos que ir. Una pena. El crucero nos espera...