El show de los dorados
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La zona precordillerana, específicamente San Martín de los Andes, Junín de los Andes y La Angostura, por citar tres centros emblemáticos, tienen particularidades muy especiales y, a la vez, coincidentes.
Y es que en las distintas estaciones del año los paisajes se asemejan.
El invierno (en Junín, tal vez un poco menos) está teñido de blanco, producto de una nieve que se adueña de todos los rincones.
La primavera constituye el despertar de los colores, expuestos en el rebrote de los árboles y de las especies florales, como los rosales, que abundan en cualquier vereda.
El verano sirve para ratificar que toda esa belleza lucirá en todo su esplendor, permitiendo llegar hasta lugares vedados en las épocas más frías.
¿Y el otoño?
Pues bien, el otoño, tiene coloraciones únicas que se manifiestan, en particular, en los árboles que bordean cualquier ruta o ascienden en los cerros próximos.
Dorados por aquí; dorados por allí y más allá.
Dorados en todas partes, con variantes que, probablemente, no se encontrarán en ninguna otra parte, pues forman parte de la idiosincracia de las especies que allí encuentran el lugar ideal para sobrevivir.
Dorados en medio de un ambiente algo más fresco y de alguna brisa que penetra entre los cañadones, marchando a otras regiones.
No deje viajar a aquellas regiones en esta época. Volverá con su retina cargada de dorados nunca antes vistos.