Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Ante los primeros desafíos, Macri dobla la apuesta

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.
Fotos Reuters

   Mauricio Macri ordenó seguir adelante con la organización de la reunión con todos los gobernadores del país prevista para mañana en Olivos. Desde su paso por la ciudad de Nueva York, donde estuvo en plena tarea de seducir inversores para que traigan sus dineros a la Argentina, el presidente dio instrucciones para que la convocatoria a sus pares del interior no sufra inconvenientes ni frenos.

   "La reunión se hace, no se posterga" dijo un ladero del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, que es centralmente el responsable de trajinar los celulares para convocar a los gobernadores a esta que sería la segunda "foto grande" junto al primer mandatario luego de aquella iniciática del 11 de diciembre de 2015, cuando el presidente llevaba horas en el poder.

   La instrucción del presidente, dicen las fuentes de la Casa Rosada, obedece a un tironeo que ocurrió en las últimas horas entre el poder central y las gobernaciones ante el reclamo de algunos mandatarios, se dice que entre ellos el propio Schiaretti, que acompaña a Macri en la gira por Estados Unidos, de postergar unos días el encuentro con el propósito de evaluar mejor las medidas anunciadas el lunes de la semana anterior en el CCK y el posible impacto negativo en sus respectivas economías.

   El dato sobre la posible postergación para la segunda mitad de noviembre que habrían solicitado algunos gobernadores, también figuran entre los impulsores del aplazamiento el sanjuanino Uñac, el entrerriano Bordet -otro de los que acompaña a Macri en Manhattan- y hasta el mendocino de Cambiemos Alfredo Cornejo, se metió en la agenda neoyorkina del presidente, quien ante la consulta de su vocero fue tajante: "La reunión se hace el jueves, si o si".

   No habría sido solo esa presión de algunos de los gobernadores para postergar la reunión lo que puso molesto al presidente y genero esa decisión de doblar la apuesta y dejar de lado cualquier dilación. Fue también porque desde sus propios costados le habrían aconsejado abrir un paréntesis de al menos 10 o 15 días para darle tiempo a los gobernadores y sus equipos técnicos de evaluar el impacto de las medidas.

   Según dicen las fuentes oficiales, en este caso la sugerencia, que el presidente  desechó de plano, provino nada menos que de su mesa chica y buscaba en realidad evitar que la reunión termine siendo una mala foto, y más preocupante todavía la posible ruptura de un diálogo que hasta ahora el gobierno ha conseguido mantener en pie y que en la Casa Rosada consideran fundamental para el apoyo que varias de las medidas que requerirán de proyectos de ley después tengan el correspondiente acuerdo parlamentario.

   En especial si, como se comentaba, en consonancia con algunos cabildeos que en privado realizaron Macri y los gobernadores durante los ratos libres que les dejó la agenda de entrevistas y comidas con el establishment norteamericano, el presidente ya les deslizó que su intención es que las reformas tengan un principio de acuerdo antes de que finalice el año, justamente un dato que desde la oposición han empezado a mencionar como de cumplimiento cuanto menos comprometido dado que nadie querría prestar apoyo, y así se lo dijeron los gobernadores, a medidas que podrían ir en perjuicio de las economías regionales o de los porcentajes de recaudación de sus respectivas administraciones.

   Aunque no es de los gobernadores que están en Nueva York junto a Macri, su nombre estuvo en boca de todos en aquellas reuniones entre el presidente, Schiaretti, Bordet, el neuquino Gutiérrez y santafecino Lifschitz. Se trata del mendocino Cornejo, al que nadie podría sospechar de rupturista pero que con su fuerte rechazo a las medidas que perjudican a su provincia, como el aumento del impuesto al vino, va camino de convertirse en una impensada piedra en el zapato del presidente.