Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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¿En qué casos se puede recomendar iniciarse en la actividad física?

No hay dudas que son múltiples los beneficios que nos puede otorgar abandonar el sedentarismo. Lo hará con diversos órganos, pero también con la salud en general
¿En qué casos se puede recomendar iniciarse en la actividad física?. Salud. La Nueva. Bahía Blanca

David Roldán

droldan@lanueva.com

El bajo nivel de actividad física o sedentarismo constituye uno de los mayores desafíos en el ámbito de la salud para este siglo en marcha.

Por este motivo, resulta importante reconocer cuál es su impacto a nivel global, cómo se relaciona con ciertos factores de riesgo cardiovascular prevenibles, cuáles son los potenciales beneficios de mantenerse físicamente activo o activa y de qué manera puede alcanzarse un estado de actividad física saludable y sustentable.

Se considera que la baja actividad física sería la causa del 10 por ciento de todas las muertes que se producen, por año, en el mundo.

En la Argentina, según una encuesta hecha a nivel nacional, el 54,7 por ciento de las personas son inactivas físicamente y esta baja actividad se presenta con mayor frecuencia en mujeres, en personas de mayor edad y en aquellas de menores recursos.

En nuestro país, como en el resto del mundo, los factores que favorecerían el sedentarismo son múltiples e incluyen cambios en el estilo de vida propiciados por la urbanización, los medios de transporte y el uso masivo de dispositivos que proponen formas de entretenimiento que eluden a la actividad física.

Las situaciones de sobrepeso y obesidad suelen asociarse a bajos niveles de actividad física, lo que aumenta la posibilidad de desarrollar diabetes, hipertensión arterial y, finalmente, enfermedad coronaria, que es la primera causa de muerte a nivel mundial.

En nuestro país, el 37 por ciento de las personas tienen sobrepeso y, peor aún, el 20,8 por ciento tiene obesidad, por lo que casi 6 de cada 10 argentinos pesan más de lo recomendable.

Los beneficios de mantener un nivel adecuado de actividad física son múltiples. En las personas con sobrepeso u obesidad, los ejercicios físicos prescriptos por un médico capacitado u otro profesional idóneo en la materia, mejoran el trabajo cardíaco y respiratorio, disminuyen la posibilidad de desarrollar diabetes o bien hipertensión por el exceso de peso, fortalecen músculos y huesos, disminuyen el riesgo de padecer algunos cánceres y generan una sensación de bienestar en los casos de depresión.

En quienes tienen enfermedad coronaria, se sabe, desde largos años, que la rehabilitación cardiovascular a través de un programa de ejercicios supervisado es muy beneficiosa y que también mejora el control de pacientes con hipertensión arterial.

Con respecto a una de las enfermedades respiratorias más frecuentes, la relación entre fumar y el riesgo de desarrollar EPOC, según los pacientes sean o no físicamente activos, es un tema por demás interesante.

Se ha observado en prolongados estudios europeos que aquellas personas que fuman, pero mantienen un nivel moderado a alto de actividad física, tienen menor riesgo de desarrollar EPOC que aquellas que se mantienen sedentarias a lo largo de los años.

Por último, en aquellos pacientes que ya tienen EPOC, los programas de rehabilitación respiratoria, mediante un entrenamiento muscular supervisado y otras intervenciones logran mejorar la sensación de disnea (falta de aire) y la calidad de vida, reducen la frecuencia de internaciones y mejoran la expectativa de vida de los pacientes.

En lo que concierne a otra patología respiratoria muy frecuente, el asma bronquial, salvo en casos de pacientes con asma grave de difícil control, la actividad física, los ejercicios e, incluso, la competencia deportiva no suelen tener limitaciones bajo un tratamiento adecuado.

Entre el 40 y el 90% de los pacientes con asma desarrollan el fenómeno del asma inducida por el ejercicio.

Además, el 43 % de los atletas olímpicos varones y el 57 % de las mujeres que practican deportes de invierno suelen presentar ese trastorno.