Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Martín descansa en paz

Martín descansa en paz. Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca

Los símbolos dejaron de ser poca cosa en la vida de Martín. La última charla con su expareja le dio la pauta de que la pareja se habia terminado definitivamente. Ella le dejó claro, sin quererlo, que para ella él ya no era más que un recuerdo.

Desde ese mismo momento él decidió que no había nada más. Que era el punto final que tanto estaba buscando.

Fue simple lo que ella dijo. Fue significativo para él. Él esperaba que ella dijera algo más, pero ella no lo dijo. Y él lo notó. Lloró por el tiempo perdido, por las malas elecciones, por haberla puesto como prioridad, por dejar de lado a quienes lo necesitaban más, por quienes no tenían a nadie más que a Martín y él no había notado, enceguecido porque ella le diera algo que jamás le iba a dar.

—Lo tuyo es obsesión Martín —se lo dijeron el psicólogo, los amigos, algún compañero de laburo, su hijo, esa exnovia que tanto lo seguía queriendo y hasta la que ese día se transformó en su expareja.

Martín se dijo que sí, que ella era una obsesión. Se lo dijo para olvidarla. No lo creía. Seguía pensando que el amor debía vivirse a todo o nada.

Duró un tiempo la esperanza de Martín de poder vivir sin ella. Poco. 4 meses. Ahí empezó a caer de nuevo. Empezó a pensar en ella de nuevo. Pero no intentó nada. De vez en cuando, muy de vez en cuando, caía un mensaje de ella en ese celular tan roto.

—¿Cómo estás?

Martín no respondía. Le sonaba a daga que entra fuerte. Dolorosa. Como en “El infierno tan temido”, ese texto de Onetti que tanto le gustaba.

Hoy Martín sigue en esa sala de hospital. “No va a salir más”, dicen los médicos.

Martín duerme, como tanto quería. Yo prefiero pensar que descansa. Que tiene paz en su cabeza. Esa paz que venía mereciendo desde hace tiempo.