Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Laberintos mentales y electorales

El Modelo o Teoría de la Elección Racional sostiene que una persona elige determinada opción con el fin de satisfacer sus metas individuales.

¡Elecciones legislativas! PASO Mi querido lector a estas alturas escuchó propuestas y conoció candidatos, ¿o no? Tiene la boleta preparada con antelación, ¿o no? Le tocó el timbre algún candidato, ¿o no? Fue convocado como autoridad de mesa, ¿o no? Tiene su decisión tomada, ¿o no?

A usted no lo acecha el interrogante que a candidatos y consultores políticos les quitan el sueño. Las preguntas a las que muchos quieren encontrarle respuestas son: ¿qué vota una persona cuándo vota? ¿Cómo un candidato se inmiscuye en nuestros laberintos mentales? ¿En qué momento se decide por una opción? ¿Elegir a uno y descartar otros?

Distintos modelos teóricos explican el proceso; cual laboratorio, se investiga el cerebro humano intentando conocer la toma de decisión como así también cuestiones inherentes a ella. Se estudia así lo relacionado a mensajes: cómo son percibidos, decodificados y asimilados; cómo se procesa una información, elaboraciones, distorsiones y almacenaje en la memoria; la incidencia de la publicidad con los colores, slogans, música; amplio es el mundo de la Comunicación No Verbal que involucra gestos y hasta vestimentas; en todo este cóctel a dilucidar no quedan ajenas las propuestas partidarias y el perfil del candidato.

¡Sí! Todos estos factores son analizados porque, aunque usted no lo crea ni advierta, se conjugan en ese instante en el que usted está en el cuarto oscuro echando mano a “la papeleta”.

Teorías han respondido estos interrogantes, el Modelo o Teoría de la Elección Racional sostiene que una persona elige determinada opción con el fin de satisfacer sus metas individuales; por ejemplo, elige al candidato A para evitar que gane B.

Paul Lazarsfeld, sociólogo austríaco de la Universidad de Columbia, en el siglo XX dio origen a lo que se conoce como Modelo de Columbia, aduce que la conducta de un votante es estable y está regida por su lugar de residencia, edad, estudios y clase social.

En 1960, se publica El Votante Americano, estudio llevado a cabo en la Universidad de Michigan por Campbell, Converse, Miller y Stokes, quienes revelan que la emisión del voto se basa en la identificación con un partido político. A su vez, el Modelo basado en la Comunicación le otorga un rol preponderante a la comunicación política y a la campaña electoral en si, dejando a un lado a la psicología de quien vota.

El Modelo de la Caja Negra, empleado por otras disciplinas, también asiste a procesos de toma de decisiones electorales, estudia las respuestas que se producen ante ciertos estímulos o mensajes políticos; modelo que no ha podido dar una respuesta acabada.

La Psicología desentraña el laberinto cerebral, pero acá no termina el proceso de decisión. Sabemos que un mensaje, un candidato o propuesta atraviesan una serie de filtros o tamices que involucran historias personales, geografías, experiencias previas; de modo tal que el mensaje o candidato se va “modificando” en dicho laberinto y sufre cambios desde el momento en que fue emitido. Quien vota recibe “esa imagen” y la reconfigura a partir de experiencias, habilidades cognitivas, de aspectos inconscientes, y especialmente de motivaciones y emociones.

Usted vota, pero ¿quién gana? ¿Gana quién está de un lado de la “grieta” o del otro? ¿Gana quien trata de sostenerse en medio de la fisura? Más allá de los laberintos cerebrales y electorales gana quien logra llegar a las emociones, “tocar el alma”; gana quien logre sacudir, conmover, motivar y convencer de que simple y complejamente cubrirá nuestras necesidades. ¿Quién gana?