Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Chilecito apunta ahora al cablecarril y la aventura

La pavimentación de la Cuesta de Miranda y ese transporte han puesto en valor a esa población riojana.
El viejo cablecarril fue puesto en valor.

Gustavo Espeche Ortiz

Enviado especial

Sobre la ruta 40, la Cuesta de Miranda, con sus 400 curvas en 12 kilómetros en los que sube 1.500 metros era un atractivo turístico, pero no permitía el paso de ómnibus ni camiones de gran porte, hasta que en 2015 fue pavimentada y renovada, dando a Chilecito una ágil conexión con el resto de la provincia.

El cablecarril, una obra única en el mundo y declarada Monumento Histórico Nacional, se extiende 35 kilómetros hasta la mina La Mejicana, a unos 5.000 metros sobre el nivel del mar. Estaba en desuso y fue puesto en valor, con sus estaciones más bajas convertidas en refugio de montaña y museo.

“La propuesta fuerte nuestra es el turismo aventura con senderismo en el Cablecarril todo el año, pero vamos a declarar la temporada de montaña, con sus refugios, de noviembre a marzo”, dijo el secretario de Turismo y Cultura de Chilecito, Mario Andrada.

El funcionario mencionó el caso exitoso de la primera etapa del cablecarril, con la puesta al servicio de las primeras estaciones.

Añadió que "fue cuando dijimos que la identidad de Chilecito para 2017 va a ser la Ruta 40, el Torrontés y el Cablecarril".

“De las nueve estaciones del cablecarril, dos están en la ciudad y las demás en la montaña; de la 1 a la 6 lo podemos hacer caminando fácilmente; las otras también, pero ya hay un grado técnico un poquito más exigente”, aclaró.

A su criterio, la estación 4 es una de las más lindas, porque está en el medio de la nada pero, a su vez, como sí o sí hay que ir caminando, no ha sido depredada ni alterada, entonces se hace un refugio de montaña sin tocar ni alterar la originalidad de ese bien.

Chilecito está a 1.000 metro sobre el nivel del mar, la estación 2 a 2.500, la 3 a 2.890, y la 4 a casi 3.100 metros, donde no hay gran dificultad para el trekking.

“Por lo tanto, la idea es que la gente camine, duerma y desde allí pueda ir por los senderos y el bosque hasta un túnel de la época de la explotación minera, que tuvo lugar en la primera mitad del siglo pasado”.

El titular de Turismo y Cultura indicó que “cuando hablamos de ruta 40 hablamos de la Cuesta de Miranda, que era un producto que teníamos que hacer saber que estaba pavimentado y que era importante para que vengan los turistas”.

Sobre este paseo, comentó que “cuando se va hacia la montaña se encuentran pueblos que estaban en el medio de la nada, sin tener mucha expectativa de vida, porque se dedicaban a la poca producción de la zona, y si no eran empleados públicos o tenían que venir a la ciudad a buscar algo; ahora tienen trabajo genuino en su lugar”.

Por eso se generó un producto que se denomina Senderos del Famatina, que identifica a Santa Florentina, Guanchín y Cuesta de Miranda, con tres productos distintos. En Santa Florentina, se camina en torno del Cablecarril; en Guanchín, es un sendero netamente natural donde hay vertientes, flora y fauna local que está virgen al 100%, y en la Cuesta de Miranda se llega al Camino del Inca, que en realidad es un camino de nativos de la zona que después usaron los incas y por eso le quedó ese nombre, pero no es parte del Qhapaq Ñam.

Sobre el Torrontés y el enoturismo en la región, contó que “ya tenemos dos bodegas para hacer turismo (La Puerta y La Riojana), y una tercera a punto de inaugurarse, Anguinán. En La Puerta, por pedido previo se puede almorzar, y en Anguinán, que es una de las mas viejas, estaba abandonada y se reactivó, va a haber servicio fijo gastronómico”.

El lugar está a 140 kilómetros del Parque Nacional Talampaya y a 35 del Qhapaq Ñan, en medio de dos Patrimonios de la Humanidad; a 80 kilómetros de la mina La Mejicana; a 200 kilómetros de las Termas de Fiambalá, en Catamarca; más cerca desde aquí que de San Fernando del Valle; a 150 kilómetros de las Termas de Santa Teresita y a 300 kilómetros de Laguna Brava.

Antes este era un destino dormitorio, porque el turista llegaba, cenaba, dormía, desayunaba y se iba. Hoy la gente viene, se aloja aquí, con un promedio de dos noches, y desde aquí visita la provincia, y gasta mucho más.