Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Vientos de frente en el cierre del año

Nuevamente regresan las expectativas de una recuperación. Los datos finales de octubre revelaron que no sólo la economía no recupera, sino que incluso profundizó su caída. Lo que ha llevado a consultoras como Econométrica (que dirige Mario Brodersohn) estimar una caída de 2,7% del PBI este año. Pero aún así los expertos siguen mirando dato para detectar si aparecen algunos “brotes verdes”, de esos que surgieron con timidez en agosto pero se marchitaron rápidamente.

La profundización de la caída en la industria y la disminución del consumo ya en el arranque del último trimestre, sin embargo, contrastan con algunos datos que aparecen en el último bimestre. Por ejemplo que la inflación retomó su tendencia a la baja luego del salto de octubre por la tarifa de gas, el crédito continúa creciendo por encima de la inflación, aumentaron los despachos de asfalto y de bienes relacionados con la obra pública, mientras que el sector siderúrgico empieza a mostrar mayores signos de vitalidad, impulsa por un repunte de la producción automotriz y la obra pública.

Para las fiestas todo apunta a mejorar el consumo, luego de un año de franca retracción. Las medidas adoptadas por el gobierno, que incluyeron un bono de fin de año a estatales, jubilados y a los beneficiarios de las asignaciones por hijo, además de la excepción de ganancias del medio aguinaldo, suman unos 25.000 millones de pesos adicionales en los bolsillos y la mayor parte se destina a gasto. En ese sentido, se nota un cambio en el enfoque oficial, que pasó de apostarle al inversor como locomotora económica a volver a concentrarse en el consumo. Para el 2017, la reducción de la inflación debería permitir una mejora de los salarios en términos reales, lo que también ayudaría a un repunte de los niveles de consumo.

Además, las comparaciones interanuales comenzarán a ser algo más benignas para el gobierno, por un motivo muy sencillo: la base de comparación ya será mucho más baja. No todos los sectores son iguales. En el caso de la obra pública, ya a fines del año pasado se había notado un bajón (producto del resultado electoral de fines de octubre), pero la caída en los niveles del consumo se produjo recién a partir de marzo.

El blanqueo también generará buenas noticias. Además del salto de la recaudación de diciembre, aliviará algunos vencimientos de deuda del año próximo, disminuyendo las necesidades de financiamiento del gobierno. Y el récord al que llegará el sinceramiento fiscal puede generar una reacción optimista entre los inversores, que en las últimas semanas empezaron a mirar a la Argentina con mayor desconfianza.

Así, de la marchitada reactivación del segundo semestre se pasó a ponerle toda la expectativa a los primeros meses del 2017. Pero también aparecen nubarrones en el horizonte. Algunos son más bien externos, pero otros tienen que ver con la situación estrictamente doméstica. En cualquier caso, podrían complicar la mejora del año próximo, aunque hasta ahora la enorme mayoría de los pronósticos coincide en que se producirá un rebote luego del mal paso del 2016.

En el frente externo, la victoria de Donald Trump y la reciente subas de tasas por parte de la Reserva Federal norteamericana representan todo un desafío. El efecto ya se sintió en todos los emergentes, pero particularmente en la Argentina, que sufrió un deterioro mayor en los precios de los bonos. El detalle es que el aumento del rendimiento de la deuda tiene un impacto directo en el costo de financiamiento que deberá asumir el país.

Si no se revierte lo sucedido en las próximas semanas, el gobierno de Mauricio Macri podría enfrentar dos dificultades: menor cantidad de dinero disponible para financiar al país, pero al mismo tiempo un aumento en el costo de endeudamiento. “El déficit fiscal es un problema, pero por ahora es manejable. Esperamos ver más correcciones en el 2018”, señaló la calificadora Moody´s en informe que se publicó hace pocos días sobre la capacidad de la Argentina para enfrentar los pagos de deuda futuros.

Así, el viento del cola que durante tantos años tuvieron las economías latinoamericanas y que la Argentina nunca aprovechó a pleno, dejó de soplar. El escenario de tasas “ultra bajas” de interés ya no existe más y ahora habrá que lidiar con inversores menos dispuestos a comprar cualquier riesgo. Pero aún hay algunos aspectos que juegan a favor. En especial el precio de la soja, que se mantiene en valores altos a pesar del fortalecimiento del dólar en el mundo. Los precios en general altos de los alimentos a nivel global favorecerán las exportaciones argentinas y por ende al campo.

Los inversores siguen con atención las discusiones en relación al impuesto a las Ganancias. No sólo está en juego el mayor déficit que estaría dispuesto a asumir el gobierno, sino la estabilidad jurídica, a partir de impuestos que se ponen y se sacan casi sin ninguna lógica.

Se juega mucho más que el nivel de Ganancias que terminarán pagando los asalariados de ingresos medios y altos. También la credibilidad de la Argentina hacia afuera tras un año de gobierno macrista.