Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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“Sudán”, el último rinoceronte blanco

Es único en el mundo y buscan reproducirlo. Sus cuernos cotizan a precios superiores al oro en Asia por supuestas propiedades curativas y afrodisíacas.
“Le doy las mejores zanahorias, porque le encantan, y me aseguro de preparar una buena cama para que descanse”, explica con ternura uno de los guardias que lo cuida día y noche.

A su edad, "Sudán", el último rinoceronte blanco del norte en el mundo, no busca a su media naranja ni vivir una fugaz historia de amor. Como el 90% de los usuarios de esta red social llamada "Tinder", solo busca una noche de sexo, y en su caso, además, por motivos globales: salvar a su especie de la extinción.

"Soy único. Soy el último rinoceronte blanco macho en el planeta Tierra. No quiero parecer un aprovechado, pero el destino de mi especie depende, literalmente, de mí. Actúo bien bajo presión. Mido 1,82 metros y peso 2.267 kilos, por si esto importa", describe en su perfil.

Ante el inminente peligro de desaparición de esta especie, los responsables de la reserva natural de Ol Pejeta (Kenia) y la red social Tinder han lanzado una campaña para recaudar 9 millones de dólares, cantidad estimada para el desarrollo de una técnica de fertilización asistida válida para estos animales.

Desde que la subespecie del rinoceronte blanco del norte, un corpulento y singular ser vivo, llegó en 2009 al citado parque, los veterinarios lo han intentado todo para la reproducción natural sin obtener resultado.

"Sudan" tiene 43 años, comparables a unos 90 en la vida humana, y convive con las dos últimas rinocerontes blancas: "Najin", de 27 años y "Fatu", de 17. Entre ellos la cosa funcionó, "Fatu" es la hija de Sudán y "Najim", pero hoy, a las puertas de la extinción, estos tres rinocerontes necesitan mucho más que amor, necesitan química.

Aunque el esperma de "Sudán" aún sirve, "Fatu" tiene lesiones degenerativas en el útero mientras que su madre, "Najin", no tiene fuerza en las patas traseras, lo que imposibilita que pueda ser montada, aparte del riesgo que podría causarle un embarazo.

Parte de "Sudán" ya está en un tubo de ensayo, y la ciencia pretende que, con tiempo y dinero, el esperma del macho germine en un óvulo de una de las dos hembras para así implantar el embrión en un rinoceronte blanco del sur, una subespecie que aún cuenta con unos 4.500 ejemplares, explica Richard Vigne, director de Ol Pejeta.

"Estas técnicas nunca habían sido desarrolladas antes en los rinocerontes. Reintroducir la subespecie y devolverla al centro de África es un proceso que puede llevar un mínimo de 10 años", apunta.

Pero hay lugar para la esperanza. "Se están logrando grandes progresos, pero aún se necesita más tiempo para perfeccionar el proceso antes de llevarlo a cabo", asegura.